¿Qué son los antibióticos?
Son compuestos químicos producidos por bacterias u hongos o sintetizados artificialmente. Se utilizan como medicamentos para combatir las infecciones bacterianas o algunas otras infecciones producidas por algunos hongos o parásitos.
Gracias a los antibióticos se ha podido tratar con éxito enfermedades antes mortales como la tuberculosis, la sífilis o la malaria. También gracias a los antibióticos se ha podido llevar a cabo operaciones quirúrgicas que antes eran impensables ya que las infecciones que derivaban de ellas eran incontrolables y mortales.
Los antibióticos no actúan contra los virus, por lo que no son efectivos para tratar enfermedades causadas por virus, como por ejemplo la gripe, la bronquitis y otras tantas dolencias comunes o enfermedades graves.
Cada tipo de antibiótico actúa específicamente contra un antígeno diana, y por lo tanto no todos los antibióticos curan todas las infecciones ya que será necesario conocer qué tipo de bacteria produce esa enfermedad y a la vez habrá que tener en cuenta otras tantas variables que aseguren su eficacia.
A pesar de que el antibiótico esté especializado en “destruir” un tipo específico de bacteria suele afectar cualitativamente a otras bacterias, causando diferentes efectos.
¿Qué problema existe con el uso de los antibióticos?
Como en tantas otras cuestiones en nuestra sociedad, el problema con los antibióticos no viene producido por la sustancia en si, sino por el mal uso que se ha hecho de dicha sustancia.
El uso indiscriminado de los antibióticos ha sido tal (promovido por intereses económicos de los laboratorios y por desinformación), que hoy en día sabemos que su uso estaba justificado tan solo en 1 de cada 4 casos, es decir, de cada 4 prescripciones médicas que incluían los antibióticos, 3 eran erróneas ya que el uso del antibiótico no era necesario ni eficaz, poniendo así en riesgo la salud del paciente.
Por otro lado, a pesar de que su uso esté justificado, debemos ser conscientes de que tomar antibióticos trae consigo otras reacciones adversas en nuestro organismo y consecuencias que debemos valorar y tener en cuenta.
Debemos ser conscientes de que el uso de los antibióticos produce:
- Resistencia bacteriana
- Debilitamiento del propio sistema inmunológico
- Contaminación medioambiental
Los antibióticos producen resistencia bacteriana
La resistencia bacteriana es lo que ocurre cuando ciertas bacterias se vuelven resistentes a ciertos antibióticos. Es decir, han “superado” el “ataque” del antibiótico y ahora por lo tanto son bacterias más fuertes y resistentes, que darán lugar a generaciones de bacterias resistentes a ese antibiótico. Esta adaptación y mutación de la bacteria se produce muy rápidamente y con consecuencias incalculables.
Es lo que ocurre cuando se utiliza muy frecuentemente el mismo antibiótico, no se administra la dosis correcta o se interrumpe el tratamiento antes de tiempo, permitiendo que la bacteria sobreviva y prolifere pero esta vez con mayor resistencia.
Cuando esto ocurre, para nuestro organismo será más complicado prevenir o combatir esa enfermedad de manera natural (porque la bacteria estará fortalecida), y a la vez, será más complicado encontrar otro antibiótico eficaz contra esa bacteria. Para ello los laboratorios farmacéuticos trabajan perfeccionando y modificando los antibióticos adaptándolos a las nuevas generaciones de bacterias resistentes, lo que les asegura sin duda un negocio sin fin y muy lucrativo.
Resistencia bacteriana causada por los antibióticos en la ganadería
Este peligros efecto de los antibióticos, la resistencia bacteriana, también ocurre hoy en día gracias al uso indiscriminado de antibióticos en la ganadería.
Se utilizan combinaciones de todo tipo de antibióticos y otros medicamentos para mantener la ganadería supuestamente sana, y en consecuencia, convertirla en más rentable y productiva. Estos animales (igual que ocurre con los humanos), cada vez generan enfermedades más resistentes que requieren de antibióticos más potentes. A la vez, nosotros al ingerir estos animales, estamos ingiriendo residuos de antibióticos como los que se encuentran comúnmente en la carne o la leche.
Por otro lado, no menos importante, estas prácticas ganaderas e industriales contaminan a su paso agua, tierra y aire con estos residuos antibióticos, es decir, anti-vida.
Los antibióticos producen debilitamiento del sistema inmunológico
En nuestro organismo existen multitud de bacterias necesarias para mantener nuestra salud. Desde que nacemos contamos con multitud de bacterias, sobre todo en nuestros intestinos – flora bacteriana, hoy llamada microbiota – que cumplen funciones vitales:
- nos protegen de otras bacterias patógenas (que nos causarían enfermedad)
- adiestran y entrenan nuestro sistema inmunológico, manteniéndolo alerta
- nos ayudan a mantener un pH correcto
- nos ayudan a realizar procesos digestivos y metabólicos.
El uso de antibióticos (así como otros medicamentos), afecta a estas colonias de bacterias “buenas” de nuestro organismo, llamadas bacterias saprófitas, ya que suele causar mutaciones en su composición proteica y llegar al punto de destruirlas por completo.
Esta alteración es lo que se conoce como disbacteriosis, y cursa con síntomas que suele afectar a todo el tubo digestivo, que recordemos que va desde la boca hasta el colon; por lo tanto, es muy común después de la toma de antibióticos sufrir por ejemplo infección de oídos, diarrea, faringitis o incluso enfermedades intestinales graves como la salmonelosis.
También debemos tener en cuenta que nuestro organismo no solo cuenta con la protección de bacterias “buenas” en nuestros intestinos, sino que podemos encontrarlas por todo nuestro organismo, como por ejemplo en la piel. Cuando la flora bacteriana de algunos de nuestros tejidos se ve afectada, por la toma de antibióticos por ejemplo, podremos sufrir todo tipo de infecciones y alteraciones, como por ejemplo:
- exceso de sudoración u olor en la piel
- caída del cabello, caspa o exceso de sebo en el cuero cabelludo
- infección por hongos (cándidas vaginales por ejemplo)
- infección por herpes
- infección en el tracto urinario (cistitis)
- todo tipo de dermatitis (eccemas, psoriasis, picor, irritación...)
- conjuntivitis en los ojos
- gingivitis o caries en la boca
- problemas pulmonares
- etc.
Conclusiones:
El uso de antibióticos como el uso de otros medicamentos, debe ser administrado con precaución y solo en casos justificados, ya que igual que la administración de antibióticos puede salvarnos la vida en un momento dado, debemos tener en cuenta que no está libre de causas adversas que a la vez perjudican nuestra salud y pueden meternos en un círculo viciosos de infección-toma de anitibóticos, del que es difícil salir bien parado.
Por otro lado, una buena alimentación, un saludable equilibrio energético y algunos tratamientos naturales basados en plantas medicinales y otras prácticas, pueden mantener nuestro sistema inmune fuerte y nuestro organismo a salvo de infecciones y sin causas adversas tan perjudiciales como las derivadas de la toma de antibióticos, lo que no quiere decir que no debamos recurrir a la toma de antibióticos si realmente lo precisamos.