Hoy en día cuando hablamos de productos ecológicos a todos se nos vienen a la mente los productos de la huerta... tomates, patatas, manzanas y otros productos alimenticios, pero hoy queremos resaltar el valor ecológico añadido de los productos destinados a prevenir y sanar enfermedades y en definitiva a conservar nuestra salud.
Cada vez más gente aprecia el valor de los productos ecológicos, tanto para su salud como para el desarrollo sostenible, de hecho, según el Observatorio del Consumo en 2010, cuatro de cada diez europeos consume frecuentemente productos ecológicos, gracias a lo cual, el mercado ecológico no solo ha resistido la crisis, sino que ha aumentado su producción y difusión en estos últimos años, y este efecto no es casual, sino que es debido sencillamente a que los productos ecológicos son mejores que los industriales, y cada vez prestamos mayor atención a lo que consumimos, sobre todo cuando se trata de productos destinados a tratar nuestra salud.
A veces, cuando se consumen productos naturales de herbolario, algunas personas tienen la sensación de que “no hacen efecto”, o como aseguran nuestros mayores, “ya no hace tanto efecto como antes”; pues bien, esto no es solo una sensación, sino que es cierto que en la mayoría de los casos esos productos vegetales de herbolario han sido cultivados con pesticidas, fertilizantes y diversas sustancias químicas que le han restado principio activo a la planta (donde reside su efectividad), y han añadido otras sustancias, a veces tóxicas, y sobre todo, mayor contenido en agua, o sea, que es acertado afirmar que “ya no hacen efecto”.
Un par de ejemplos:
Poniendo un ejemplo práctico y común, en el caso de la menta, su principio activo es rico en mentol y el mentol es el que le otorga su actividad y eficacia terapeutica, pues bien, si esa menta ha sido cultivada con elementos tóxicos (herbicidas, insecticidas, plaguicidas...) y abonos sintéticos (práctica común en la agricultura actual), su cantidad de mentol se verá disminuída hasta en un 40%, dependiendo de los productos utilizados y las prácticas agrarias.
Otro caso común y representativo es el de la manzanilla. Antes la manzanilla se utilizaba con buenos resultados para calmar las irritaciones oculares, conjuntivitis, orzuelos, infecciones, etc... ya que gracias a su contenido en ácidos antiinflamatorios y antisépticos, la manzanilla alivia y cura estos trastornos, pues bien, desde hace unos años, los oculistas alertan del peligro de esta práctica en la actualidad, ya que la manzanilla de producción industrial que se consume mayoritariamente hoy en día, contiene gran cantidad de resíduos tóxicos que pueden ser perjudiciales para los ojos.
Es una pena que se haya perjudicado la reputación de los productos de herbolario, ya que los productos de naturopatía son altamente eficaces si se utilizan correctamente, con constancia y con buen criterio. Los productos de fitoterapia, las plantas medicinales, las tinturas, los aceites esenciales, los ungüentos, jarabes y tabletas... utilizados con buenn criterio y bajo supervisión de un naturopáta pueden eliminar de raíz la causa de la dolencia y además previenen que vuelva a producirse, pero hoy más que nunca debemos prestar atención a la calidad de dichos productos y su procedencia.
Para obtener cultivos de mejor calidad, también influye tener en cuenta la época de sembrado, el barbecho del terreno, la rotación de plantaciones, la cantidad y calidad de las horas de sol e incluso la posición de la luna y el sol en el momento de la recolección, por eso todos estos aspectos serán tenidos en cuenta por un buen agricultor ecológico.
- Los productos ecológicos son productos más prácticos y eficaces, ya que mantienen intactos sus nutrientes y su principio activo no ha sido alterado por sustancias químicas externas a su composición natural. Para asegurarnos de que están certificados deberán estar etiquetados con algún sello de certificación ecológica.
Si consumimos productos de herbolario, de fitoterapia o naturopatía procedentes de cultivo ecológico, no sólo comprobaremos que son mucho más eficaces, sino que podemos estar tranquilos de que no estamos introduciendo en nuestro organismo tóxicos residuales de los pesticidas (fósforo, cloro, sulfonatos, nitratos, arsénico, metales pesados...), y a la vez contribuiremos a un mundo más sano, sostenible, menos consumista y más responsable.
