21 de November de 2024 Última actualización 8 de Dec, 2022 - 07:54
Publicado en vivir mejor
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Hace tiempo fui a casa de una amiga recomendada que amablemente me hizo una lectura de tarot... aparte de predicciones pasadas o futuras certeras o no, en un momento dado me dijo algo que no he podido olvidar: “por encima de cualquier otra cosa, haz caso siempre a tu instinto”... Pero ¿cómo reconocer mi instinto entre tal cantidad de sensaciones, aprendizajes y sentimientos?

El instinto es...

Según el diccionario de la lengua española, instinto es: “Conjunto de pautas de reacción que, en los animales, contribuyen a la conservación de la vida del individuo y de la especie” o “Móvil atribuido a un acto, sentimiento, etc., que obedece a una razón profunda, sin que se percate de ello quien lo realiza o siente” y también “Impulso o movimiento divino, referido a inspiraciones sobrenaturales”  Realmente a pesar de los cientos de estudios científicos, filosóficos, biológicos, psicológicos, etc., parece algo muy difícil de definir ya que abarca varios conceptos un tanto subjetivos... pero si en algo se han puesto de acuerdo las diferentes ciencias y el estudio de nuestra conducta y la de nuestros compañeros los animales, es que el instinto es hereditario, forma parte de nuestra cadena genética y tiene la finalidad de guiarnos hacia una vida sana, larga y satisfactoria.

Además, lo perciben todos los seres vivos (con más o menos “interferencias”), y cada especie comparte un instinto semejante gracias al cual puede sobrevivir, adaptarse y evolucionar como tal especie. Es decir, por ejemplo, todos los humanos compartimos un instinto semejante en el prevalece la supervivencia (salud y alimentación) y la procreación, y para asegurar estas metas, todos los seres humanos seguimos unos comportamientos innatos e instintivos. Lo mismo ocurre con cada especie animal, es decir, al igual que los humanos, los ratones comparten un instinto único para su especie, lo mismo con las águilas, las arañas, los leones, elefantes, etc...

¿Para qué nos sirve?

Instinto maternal, instinto animal, instinto de supervivencia, instinto para los negocios... ¿es realmente tan importante? Pues sí, es algo tan importante que desde nuestro nacimiento no sobreviviríamos sin nuestro instinto, incluso antes de nacer nos guía a adoptar la mejor postura dentro de nuestra madre, nos hace mamar casi nada más salir del útero materno y respirar, nos hace agarrarnos cuando nos caemos o llorar cuando presentimos peligro. De un modo mucho más sutil, el instinto también nos ayuda a seleccionar nuestras parejas sentimentales o sexuales igual que nos ayuda a lograr un negocio de éxito o a detectar que nos pretenden engañar.

Es igual para todos los seres de la tierra, ya que por ejemplo hace que las aves emigren en previsión de un cambio de clima, gracias a lo que logran sobrevivir, o lleva a muchos animales a asociarse en manadas y así procurarse una mejor protección; también impulsa a una madre a proteger a su cría, o lleva a dos adultos a aparearse para perpetuar su especie. Otro ejemplo muy claro de la importancia se da en las gacelas, ya que el instinto impulsa a una cría de gacela recién nacida a caminar nada más ver la luz, lo que le permitirá que aprenda a correr rápidamente y así logrará escapar de sus depredadores que sobre todo atacan a presas pequeñas.

En nuestro día a día, cada uno de nosotros tenemos más o menos desarrollado nuestro instinto, algunas personas han aprendido a ignorarlo y guiarse exclusivamente por la moral, conductas aprendidas o las normas sociales, otras personas por el contrario aprenden a escucharlo y sacarle el mayor partido tanto a nivel social como personal o laboral (instinto para los negocios, instinto para las relaciones sentimentales...), y otros luchan por el continuo equilibrio entre instinto y razón. En cualquier caso, está claro que gracias a nuestro instinto todos tenemos una esencia única como indivíduos y a la vez común al resto de individuos de nuestra especie.

Siempre que lo sientas certero... haz caso a tu instinto

Estamos irremediablemente regidos y dirigidos por nuestra moral, nuestra educación, nuestras circunstancias, o nuestras normas sociales, pero nuestro instinto es algo mucho más profundo e innato, no distingue entre razas, culturas o religiones, es libre, indomable y muy poderoso. Podemos interpretar el instinto como un “sexto sentido” que rara vez se equivoca, o en muchas religiones y filosofías se entiende como una característica del alma o la conciencia.

Cuando lo sentimos, nos impulsa a seguirlo sin condiciones... realmente es difícil de describir, pero no es difícil de distinguir, ya que es una fuerza que se escapa a la razón, a la lógica, y en muchos casos a nuestros propios deseos o caminos preestablecidos.

Algunas vertientes indican que el instinto responde a nuestros impulsos animales más bajos, salvajes e inconscientes, y que como tales, debemos aprender a dominarlos y a controlarlos con la razón y la inteligencia.

Cierto es que la razón nos ayuda a establecer unos límites y a encauzar los instintos, pero teniendo esto en cuenta (los límites del respeto y la convivencia), deberíamos hacer caso a nuestro instinto porque nos llevará por caminos casi siempre acertados y satisfactorios; y es que, aún cuando siguiendo al instinto no conseguimos lo que pretendíamos, algo nos dice que hicimos lo correcto porque hicimos caso al corazón y, valga la redundancia, “seguimos nuestro instinto”, y eso nos produce una serenidad interna que es capaz de aliviar dudas, fracasos o inseguridades acerca de si hicimos o no lo correcto.

Cuando seguimos nuestro instinto, curiosamente nos queda la sensación de que “hicimos lo que teníamos que hacer”, fuera cual fuera el resultado.

Y es que, realmente tenemos que prestarle más atención a nuestro instinto, siempre entendido como un instinto sano, ya que conlleva una sabiduría que está por encima de nosotros, por encima de planes de estudios, culturas, normas o caminos preestablecidos, podríamos decir que en sí mismo, el instinto constituye la sabiduría de la vida, con todo lo que eso implica y significa. El instinto es algo grande, fuerte y mágico, y en muchos casos nos conoce mejor que nosotros mismos... por qué no dejarnos guiar un poco más por la vida y menos por nuestra razón tan fácil de manipular?

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