La mayor parte de las cardiopatías y otros males de nuestros días derivan directamente de la hipertensión. Estas cardiopatías son causantes de gran parte de la mortalidad en adultos y de un elevadísimo gasto sanitario y otros problemas de salud derivados de la mala circulación.

Las enfermedades más frecuentes derivadas de la hipertensión son:

• Retinopatía hipertensiva: la hipertensión muchas veces provoca la ruptura de pequeñas arterias de los ojos, lo que produce pérdida de visión.
  
  
• Arteriosclerosis: endurecimiento y rigidez de las arterias.
  
  
• Trombosis: bloqueo de la arteria cerebral.
  
  
• Daños en los pulmones: la hipertensión puede provocar edemas pulmonares por ruptura de capilares, lo que hace que los pulmones se llenen de líquido (edema) y se produzcan problemas respiratorios.
  
  
• Daños en los riñones: existe una clara relación entre los riñones y el corazón y las enfermedades de ambos órganos. Los riñones fitran y eliminan el exceso de potasio y otros electrolitos de la sangre. A medida que aumentan los niveles de fósforo y potasio en la sangre, disminye la cantidad de calcio y vitamina D por el aumento de eliminación a través del riñón, y sin calcio no puede darse correctamente la función muscular.
  Los problemas renales producen cardiopatías, y la hipertensión y cardiopatías producen problemas renales.
  
  
• Cardiopatía isquémica: es el término general para referirse a anginas de pecho e infartos de miocardio. La hipertensión y arteriosclerosis (acumulación de grasa en las arterias) producen un agotamiento del músculo cardíaco, ya que tiene que realizar un esfuerzo extra para bombear la sangre porque se estrechan las arterias que conducen la sangre al corazón. El corazón aumenta su tamaño y aún así no trabaja al 100%, produciéndose lo que se denomina insuficiencia cardíaca. Suele cursar con mareo, taquicardia, falta de aire, sudoración, adormecimiento de las extremidades y confusión.
  
  
• Angina de pecho: deriva de una cardiopatía isquémica, ya que sucedece cuando el corazón no recibe suficiente sangre y oxígeno. Se caracteriza por el dolor en el pecho al realizar un esfuerzo.
  
  
• Infarto de miocardio: es como una angina de pecho pero mucho más intensa, y que no cesa aún estando en reposo. Sucede cuando se ve interrumpido el flujo de sangre hacia el corazón por la obstrucción de una arteria coronaria, generalmente por trombos de sangre por exeso de grasa en las arterias o arterosclerosis. El oxígeno no llega al corazón y entonces no puede moverse, el tejido se necrosa (muere) y la función del corazón se bloquea. Si no se reactiva la función del corazón a tiempo se puede producir la muerte.
  
  
• Aneurisma Es una dilatación anormal en una zona de una arteria debilitada. Algunos aneurismas son congénitos (de nacimiento) y otros pueden ser consecuencia de hipertensión, colesterol alto (aterosclerosis) o tabaquismo. Los síntomas dependerán de la arteria y zona afectada, suele producir dolor, inflamación, arritmias, caída de la presión arterial o ninguno de estos síntomas. Actualmente solo se puede tratar con prevención o cirugía si es detectado a tiempo.
  
  
• Arritmia: es la alteración del ritmo cardíaco que produce palpitaciones, mareo, dolor torácico, pérdida de conocimiento o ninguno de estos síntomas. Suceden cuando los impulsos eléctricos que estimulan el latido no se generan adecuadamente.
  Las arritmias suelen ser un síntoma de cardiopatías o insuficiencias cardíacas. También suceden por desequilibrio en los electrolitos.
  El corazón late normalmente entre 60 y 100 veces por minuto, si estas cifras son alteradas, y esto se mide mediante el pulso (mide el número de latidos por minuto):
  
  • taquicardia: cuando supera los 100 latidos por mituo (lpm).
  • bradicardia: por debajo de los 60 latidos por minuto (lpm).

   

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