Si eres de la generación de los 80 o los 90, seguramente recordarás cuando tu madre o abuela te ponía una cucharadita de polen en el yogur si comías mal y te obligaba a tomar unas ampollas de jalea real cuando tenías exámenes en el instituto, y es que ellas bien sabían que los regalos de las abejas han sido un complemento ideal para nuestra salud. Tanto es así que hoy en día se siguen descubriendo nuevas sustancias del polen con propiedades beneficiosas para nuestra salud.
Antes de nada queremos destacar que el polen de abeja es un alimento, no un medicamento, lo que ya le confiere una ventaja considerable ante la mayoría de las sustancias que podemos ingerir para mejorar nuestra salud, ya que se asimila fácilmente por nuestro organismo, pasa rápidamente al torrente sanguíneo sin apenas digestión, es altamente nutritivo y antioxidante, sin apenas toxicidad o efectos adversos y además su elaboración es altamente sostenible, especialmente si elegimos polen procedente de apicultura orgánica y ecológicamente responsable. Por todo esto cabe considerar que por mucho que se esfuercen los laboratorios farmacéuticos más modernos, con los ingredientes sintéticos más caros, a día de hoy no pueden igualar la eficacia, la calidad y sencillez del polen de abeja.
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¿Qué es el polen de abeja?
Es una sustancia natural que elaboran las abejas en su panal para alimentarse, por lo que se suele conocer también como “pan de abejas”. Lo elaboran a partir del polen de las plantas, que mezclan con sustancias que segregan las abejas para formar esos gránulos dorados a los que nos estamos refiriendo en este artículo.
El polen de abeja contiene:
- Todos los aminoácidos esenciales y no esenciales necesarios (con los que nuestro organismo formará proteínas),
- Considerable cantidad de enzimas (sustancias necesarias para que tengan lugar los procesos metabólicos de nuestro organismo: digestión, reproducción celular, equilibrio hormonal, formación de tejidos, etc.),
- Oligoelementos fundamentales: Hierro, Cobre, Manganeso y Sílice
- Vitaminas: A, E, C, B (antioxidantes e inmunoprotectoras).
¿Para qué se recomienda el polen de abeja?
- Desórdenes metabólicos: el polen tiene un gran efecto como equilibrante y regulador metabólico, por ejemplo para trastornos de peso (sobrepeso o infrapeso), desequilibrios menstruales, infertilidad femenina y masculina o trastornos derivados de la menopausia.
- Fatiga y estrés: ideal para personas convalecientes, agotadas físicas o emocionalmente y en periodos de sobreesfuerzo (cambios bruscos, época de exámenes, cambio de estación, etc.). Alivia la sensación de cansancio y confiere una sensación de fortaleza física y mental.
- Debilidad inmunitaria: por su acción antibacteriana, el polen está especialmente recomendado para casos de gripes recidivantes (frecuentes) y como apoyo para nuestro sistema inmunológico natural o cualquier tratamiento destinado a mejorar nuestras defensas.
- Depresión e irritabilidad: en tratamientos continuados ayuda a regenerar el equilibrio nervioso y la salud emocional
- Anemia: por su alto contenido en aminoácidos y Hierro, es uno de los mejores suplementos naturales para casos de anemia, ya sea causada por pérdida de apetito, malnutrición o pérdida de sangre (operaciones, menstruaciones abundantes, hemorragias, etc.).
- Problemas intestinales: tanto en casos de pérdida de motilidad intestinal, diarreas o estreñimiento, el polen es un gran aliado, que junto con una dieta adecuada ayudará a recuperar un tránsito regular y saludable. Se obtienen buenos resultados incluso cuando estos problemas intestinales están producidos por infecciones bacterianas tipo E.Coli, ya que el polen también tiene efecto antibacteriano
- Prostatitis: uno de los usos más comunes del polen en naturopatía es precisamente el tratamiento de trastornos de la próstata. Tiene acción preventiva y curativa en casos de hipertrofia de la próstata, inflamación y complicaciones urinarias.
- Problemas de piel, articulaciones y pelo: ayuda a la regeneración de los tejidos, por lo que no solo ayuda a su conservación sino que reduce la inflamación y el desequilibrio que causa por ejemplo pérdida de tersura en la piel, exceso de sebo, fragilidad capilar o inflamación de las articulaciones.
- Salud visual: por su riqueza en antioxidantes, el polen de abeja ayuda a prevenir enfermedades degenerativas que afectan a la visión como la degeneración macular, el glaucoma o la pérdida de agudeza visual.
- Pérdida de memoria y problemas cardiovasculares: por su riqueza en Tiamina (Vit.B1) el polen de abeja ayuda a una correcta función cerebral; por otro lado varios estudios han concluido que una correcta ingesta de Vitamina del grupo B previene problemas cardiovasculares favoreciendo una correcta salud de nuestros capilares sanguíneos y el tejido musculo-coronario.
¿Cómo tomar el polen de abeja?
En naturopatía está recomendado continuar un tratamiento con polen al menos durante 2 meses para valorar su efecto y obtener una mejoría profunda, comenzando con dosis pequeñas para ir aumentando paulatinamente hasta la cantidad diaria recomendada.
Se recomienda tomar 2 ó 3 cucharaditas al día en adultos, 1 cucharadita al día en niños de 5 a 12 años, media cucharadita al día en niños de 3 a 5 años y ¼ de cucharita al día para niños de 1 a 3 años. No obstante, en determinadas ocasiones y con supervisión de un especialista, se puede aumentar la dosis a 2 cucharadas soperas al día, en casos de malnutrición, anemia, prostatitis, etc.
El polen lo encontramos en su forma natural de gránulos, que es la más indicada para su consumo, sobre todo si no ha sido sometido a refinamientos o mucha manipulación. Cuanto más fresco, crudo y natural sea, mejores propiedades obtendremos.
Es ideal tomar el polen fresco antes de las comidas, solo con agua o mezclado con infusiones, yogur, cereales de desayuno, macedonia de frutas frescas, zumo recién exprimido, batidos, mezclado con miel, compotas o mermeladas, con manteca de coco BIO, kéfir o leche caliente vegetal (avena por ejemplo). Combina perfectamente con la miel y la jalea real, aumentando y complementando su poder terapéutico.
Contraindicaciones
El polen se considera un alimento prácticamente inocuo. Pueden tomarlo las personas diabéticas de tipo I y II, los niños y las mujeres embarazadas, siempre que el polen ingerido sea de buena calidad.
Se recomienda precaución en personas alérgicas al polen, ya que en estos casos existe una gran controversia: en muchos casos se ha observado que la toma de polen en pequeñas dosis durante mucho tiempo tiene un efecto preventivo y curativo para casos de alergia estacional (al polen de plantas), realizando un cierto “efecto vacuna”, no obstante, en casos de asma severa alérgica, está desaconsejado el consumo de polen de abeja.