(Melissa officinalis). La melisa es una de las plantas más utilizadas históricamente, también se la conoce como toronjil o hierba abejera. Es una planta perenne que crece en zonas templadas y florece en verano. Sus hojas tienen un agradable olor a limón (de ahí el nombre de toronjil) y propiedades culinarias y medicinales.
Su nombre "melisa" proviene del griego, que significa "abeja", ya que esta planta atrae a muchos insectos, entre ellos las abejas que realizan un miel muy rica con su polen.
Su propiedad predominante es la relajante, por lo que se utiliza comúnmente en casos de estrés, problemas de insomnio o ansiedad. Tiene también efectos antiespasmódicos, es decir, que viene muy bien en caso de esfuerzos físicos, para aliviar la tensión muscular, y también para aliviar los espasmos del aparato digestivo. A esta propiedad se le suma que la melisa tiene el poder de estimular la secreción de bilis de la vesícula, por lo que ayuda a aliviar las malas digestiones, vómitos, gastritis, etc..
La melisa, tiene propiedades analgésicas y cicatrizantes, por lo que en la antigua Roma, desde el siglo I, se utilizaba para curar heridas y aliviar dolores de muelas o de cabeza.
Se suele utilizar en forma de infusión, para relajar y ayudar a realizar mejor la digestión. También se utiliza su aceite esencial en aromaterapia, para curar heridas y relajar la musculatura. El aceite esencial de la melisa se obtiene de sus hojas, donde reside su aceite que contiene citral y limonero (de ahí su olor cítrico), y flavonoides y taninos. Su esencia es de muy difícil obtención, lo que hace elevar su precio.
También se utiliza desde el siglo XVII en forma de Agua del Carmen, agua de melisa o toronjil, que es un licor con propiedades sedantes que elaboraban los monjes de los Carmelitas Descalzos.