La salvia es una planta maravillosa con un montón de aplicaciones para la salud por lo que no puede faltar en nuestro botiquín naturópata, pero también existen muchas peculiaridades que debemos conocer para su correcto uso.
Empezaremos explicando que existen muchas plantas cuyo nombre comienza por “salvia”, algunas son de la misma familia, como la salvia roja, salvia romana, salvia negra y la salvia officinalis, y otras no, como la salvia santa, salvia real, salvia blanca o la salvia cimarrona.
Cada una de estas plantas tiene una composición química, y por lo tanto unas indicaciones, pero la que mejores propiedades medicinales tiene es la Salvia Officinalis, así que será a esa planta a la que nos referiremos a partir de ahora como “salvia”.
La salvia es de la familia de las Labiatae, y por lo tanto familia del romero, el orégano, la albahaca, la menta o la lavanda, todas estas especies muy comunes en España.
Aceite esencial de salvia (officinalis)
La salvia sobre todo se utiliza en forma de aceite esencial, el cual se extrae de sus flores y hojas donde contiene mayor cantidad de aceite esencial y por lo tanto de principio activo. Recordemos que el aceite esencial puro es una sustancia altamente concentrada, por lo que debe utilizarse en gotas. Para hacernos una idea mejor de su concentración, para obtener 10 ml de aceite esencial puro necesitaremos aproximadamente 2 kilos de flores y hojas de salvia.
Los aceites esenciales puros no son perfumes ni sustancias solo aromáticas, sino que son sustancias terapéuticas muy poderosas.
Usos más recomendados del aceite esencial de salvia
El aceite esencial de salvia es un extraordinario bactericida, por lo que podemos utilizarlo en general para tratar infecciones.
El aceite esencial de salvia officinalis contiene una sustancia llamada “tuyona”, que hace que el aceite esté más indicado con usos externos, ya que esta sustancia tiene ciertas peculiaridades con las que hay que tomar precauciones para su uso interno, por ejemplo tiene propiedades abortivas y en grandes cantidades, en general, puede resultar tóxica. En definitiva, el aceite esencial puro de salvia officinalis no deberá ingerirse a no ser en casos muy específicos y siempre sin rebasar la dosis de 3-6 gotas. Por ejemplo podemos añadir una sola gota de salvia en nuestra infusión para aliviar el dolor menstrual o los gases.
Se recomienda el aceite esencial puro de salvia en caso de llagas, gingivitis, piorrea y heridas o infecciones en la boca en general, para lo que deberemos realizar enjuagues (4-5 gotas de aceite puro de salvia en medio vaso de agua), ya que desinfecta y ayuda a cicatrizar. Con esta misma receta, podemos realizar gárgaras en caso de faringitis o amigdalitis producida por infección en la garganta.
En ambos casos después del enjuague o las gárgaras no debemos tragar el preparado.
Los mejores dentífricos naturales suelen contener aceite esencial de salvia, ya que ayuda a combatir las infecciones de las encías y las bacterias que producen caries en los dientes y muelas.
Para las heridas en la piel, granos o forúnculos, podemos aplicar una o dos gotas de salvia y nos ayudará a desinfectar y a cicatrizar rápidamente.
También podemos utilizar el aceite esencial de salvia para regular el exceso de sudoración y para regular nuestra temperatura corporal (mucho frío o mucho calor).
El aceite esencial de salvia también tiene una acción atrogénica, por lo que se utiliza como regulador menstrual y hormonal en casos de dismenorrea o infertilidad femenina, por eso muchos compuestos naturales para el tratamiento de la infertilidad contienen salvia entre sus ingredientes.
Ojo: En caso de lactancia o embarazo no se debe ingerir este aceite.