El cardamomo (Elettaria cardamomum) es una planta utilizada en nuestros días sobre todo como especia alimentaria y para realizar perfumes, pero también tiene muy buenos efectos terapeúticos.
Históricamente, se tienen evidencias de que los egipcios ya lo utilizaban con fines medicinales, y posteriormente también los griegos y los romanos, de hecho, fue el ejército de Alejandro Magno quien lo dio a conocer por toda Europa.
Tiene unos frutos en forma de capsulitas, que tienen un alto contenido en aceite esencial, por lo que se utilizan en perfumería y cosmética. Dentro de esas cápsulas se encuentran unas semillas que se secan hasta que estén blancas y se usan como especia.
En la cocina, es una especia cara y muy valorada. Tiene un olor muy fuerte pero que combina muy bien con la canela, el anis, el clavo y el jengibre, por lo que se suele utilizar, por ejemplo, para hacer dulces navideños, panes especiados, galletas de semillas, tartas de manzana, para condimentar conservas... en la India es un condimento básico en las salsas Masala y en los polvos de Curry.
En algunas culturas africanas, utilizaban estas semillas secas para dar aroma al café.
Respecto a sus propiedades beneficiosas para la salud, destaca su poder revitalizante y digestivo. Facilita la digestión, alivia los dolores por cólicos o gases. Es bactericida, por lo que viene muy bien una infusión cardamomo en casos de gastroenteritis o úlceras o aplicado en forma de aceite en casos de dermatitis. Es estimulante del apetito y estimulante del sistema nervioso en general, por lo que también se considera una planta afrodisíaca en muchas culturas, al igual que la canela.
Debe administrarse con precaución, ya que su aceite esencial si está muy concentrado puede irritar la piel y si se ingieren sus semillas sin estar bien tratadas en una concentración muy alta, puede tener efectos anestésicos en la lengua.