¿Somos lo suficientemente sensatos como para considerar la Socialización y Educación de nuestro futuro perro, como una prioridad?
En España, casi nadie se toma la Educación y Socialización de su perro como algo importante. Por cada 15 perros que se ven por la calle, 14 están sin educar. Pero lo más sorprendente es que aún estando sin educar, sus propietarios los llevan sueltos sabiendo que, aunque les llamen a gritos, sus perros no les harán el más mínimo caso. A diario veo propietarios de perros desgañitándose mientras llaman a su perro, el cual se ha ido a vivir aventuras por el parque. Es el perro el que decide cuándo regresar junto a su dueño. Lo grave de todo esto es la enorme falta de respeto y educación que significa actuar de esta manera. Hay muchísimas personas a las que no les gustan los perros. ¡Y están en su pleno derecho a que ningún perro suelto les husmee la entrepierna! El propietario del perro suele utilizar una frase, que a mí me taladra el tímpano: ¡Tranquilo, si no hace nada! ¿Cómo que no hace nada? Está molestando. Y si a los propietarios de perros nos gusta que nos respeten a nosotros y a nuestros animales, debemos respetar del mismo modo a los que no les gustan los perros. Nuestra libertad acaba donde empieza la de los demás. Muchas veces he comentado esto en foros y he sido tachado de anti perro o no sé qué chorradas más. Y es que hay mucho fundamentalista en el tema de los perros. O eres el más animalista del mundo o ya eres poco menos que el enemigo. Para esa gente no existe término medio. Es una realidad incómoda y no son conscientes del enorme perjuicio que causan a los animales que tantísimo dicen que aman. Como en todo, los extremismos nunca son buenos.
Pero volvamos al tema de la Educación y Socialización canina. Es fundamental (para mí lo es) que el cachorro se acostumbre desde el primer día a ruidos y situaciones que se encontrará a diario el resto de su vida. Debe acostumbrarse a estar con otros perros, con personas adultas, con niñ@s, al ruido del tráfico, a las sirenas de bomberos/ambulancias/policía, al ruido de las obras en la calle, a los petardos,…. Todos los ruidos y situaciones que el cachorro asimile como “normales” desde muy pequeñito, seguirán siendo así cuando sea adulto. Muchos problemas de miedos a petardos, ruidos fuertes, niñ@s, personas grandes, otros perros, etc., son producidos por una escasa o nula socialización temprana. En cuanto a la Educación, la considero igual de importante. Un perro bien educado, que acuda a nuestra llamada a la primera cuando se lo requerimos, que permanezca tumbado o sentado hasta que nosotros le permitamos levantarse, será un perro que no causará problemas. Lo tendremos controlado en todo momento y seremos capaces de evitar que moleste a otras personas, a niñ@s jugando a la pelota, a perros que no quieren la compañía del nuestro, a que cruce la calle con el riesgo de provocar un accidente, a que persiga a ciclistas o patinadores, etc. Es decir tendremos un perro perfectamente adaptado a vivir en sociedad. Porque, no lo olvidemos, vivimos en sociedad. Y como tal, tenemos que acatar unas normas de convivencia. Educar un perro desde cachorro es unas mil veces más sencillo (y barato), que solucionar un problema de comportamiento de un perro adulto.
Pero en España, a los Educadores Caninos nos suelen llamar cuando ya hay un problema. Hay que intentar cambiar este concepto de “Solucionadores de Problemas”.
¿Somos conscientes y estamos dispuestos a que las vacaciones estarán condicionadas a que podamos ir con nuestro perro, o en su defecto podamos alojarlos en algún lugar específico para ello?
Antes de adquirir el perro, debemos ser tener en cuenta este tema. Tendremos que ir a lugares donde admitan la entrada de animales. Tendremos que contar con que, si eso es inviable, debemos dejar a nuestro amigo en una Residencia Canina (con el coste que ello implica). O bien hacer que algún amigo o familiar se encargue de nuestro perro. Esa es una responsabilidad que no todo el mundo está dispuesto a asumir, por muy amigo que sea. Además, tenemos que tener en cuenta que nuestro perro lo pasará mal separado de nosotros, aunque lo hayamos dejado en la mejor compañía del mundo. Si no estamos nosotros con él, no estará completamente feliz. Incluso hay que valorar el hecho de que un perro ocupa bastante espacio en un coche (a menos que sea muy pequeño). Para viajar correctamente, debe ir en el maletero, separado del habitáculo con una red o una reja (lo que implica la pérdida completa de la capacidad de carga del coche), o bien en los asientos traseros, convenientemente sujeto por un arnés al cinturón de seguridad (con la pérdida de una o dos plazas en el coche). Estas situaciones se pueden suplir con bacas, arcones, remolques para el equipaje, etc. Pero tienen un coste elevado y el hándicap de tener que buscar un lugar para guardarlos cuando no los necesitemos.