25 de November de 2024 Última actualización 8 de Dec, 2022 - 07:54

Quizá hayas oído hablar de la dieta disociada entre la avalancha de dietas de adelgazamiento con más o menos 'fama', pero lo cierto es que la dieta disociada no es una dieta como las demás, sino que se trata de una forma de vida en la que aprendemos a alimentarnos correctamente, a combinar los alimentos y a tomar conciencia de lo que ingerimos y cómo lo ingerimos, todo ello para conseguir un organismo sano, limpio y depurado, con buen equilibrio energético y un peso y volumen saludables.

Tomar conciencia de nuestra alimentación

Es muy importante en nuestra vida tomar conciencia de nuestra alimentación y de los tipos de alimentos que ofrecemos a nuestro organismo.
Los nutrientes de los alimentos formarán parte de nuestro cuerpo de una forma literal, es decir, se convertirán en los “ladrillos” que conforman nuestra estructura, y por lo tanto, debemos asegurarnos unos “ladrillos” de buena calidad, fuertes, variados y suficientes.

La alimentación es la clave principal de nuestra salud, tanto es así que la mala alimentación es la principal causa de enfermedad de nuestra sociedad, aunque a veces no queramos verlo o reconocerlo. Si nos alimentamos correctamente estaremos sanos, sino irremediablemente enfermaremos de múltiples formas diferentes y no habrá medicamento que nos cure hasta que no corrijamos el problema de base: la mala alimentación.

Enfermedades relacionadas con la mala alimentación:

  • Hipertensión
  • Sobrepeso
  • Falta de energía
  • Retención de líquidos
  • Varices, hemorroides
  • Estreñimiento
  • Algunos trastornos emocionales
  • Jaquecas, migrañas
  • Afecciones de la piel
  • Cáncer
  • Afecciones respiratorias (exceso de mucosa, falta de oxígeno)
  • Inflamación de las articulaciones
  • Cálculos hepáticos y biliares
  • Infecciones por hongos (muy típicas cuando sufrimos acidosis)
  • Enfermedades autoinmunes
  • Etc.


Distinguir cada tipo de alimento

Debemos aprender a distinguir a qué grupo pertenece cada alimento, si pertenece al grupo de las proteínas, de los hidratos o de las grasas, así como su contenido en fibra, vitaminas o sales minerales (oligoelementos).
También debemos distinguir la calidad del alimento, ya que existen carbohidratos de “buena calidad” por así decirlo, como el pan integral, el arroz o la pasta, e hidratos de carbono de “mala calidad”, como los bollos o la panadería refinada, llena de azúcares refinados, grasas saturadas y aditivos, y sin fibra natural.

Con las grasas ocurre lo mismo, existen grasas muy saludables, como los aceites vegetales puros (aceite de oliva virgen), las pipas de girasol o calabaza, o los frutos secos, y por otro lado están los alimentos ricos en grasas saturadas (las “malas”), como los helados, los dulces, los snacks, precocinados, los chocolates, embutidos, carnes, quesos curados, etc.

Con respecto a las proteínas, tenemos carnes, pescados, embutidos, mariscos, lácteos, huevos, algas, soja, etc. Las proteínas más saludables y las más fáciles de digerir por nuestro organismo son las proteínas vegetales (soja, espirulina, chlorella) y los alimentos muy ricos en aminoácidos (las proteínas están formadas por aminoácidos), como las legumbres, los cereales integrales, en especial la quinoa, la cebada, el arroz integral, los frutos secos, las semillas, las setas, y en general todas las verduras poco cocinadas o crudas (pimientos, brócoli, remolacha, espinacas...).


Adecuar nuestra ingesta a nuestra evacuación y nuestro consumo

El equilibrio es fundamental en todos los aspectos de nuestra vida, y lo mismo ocurre en la alimentación: debemos mantener el equilibrio entre lo que ingerimos y evacuamos y entre lo que ingerimos y consumimos.

Sabemos por ejemplo que un informático, o una persona sedentaria que pasa sentado 8-10 horas al día no deberá ingerir la misma cantidad de alimentos que un entrenador deportivo o un fisioterapeuta.

Por muy bien que elijamos nuestros alimentos y muy bien que los combinemos, si ingerimos más de lo que necesitamos, el exceso de calorías se acumulará en forma de grasa ya que es la forma en que nuestro metabolismo procesa el exceso de energía.

Por otro lado, si no eliminamos correctamente los residuos cada día, y en suficiente cantidad, por muy bien que nos alimentemos estaremos produciendo intoxicación y putrefacción por la acumulación de residuos en nuestro intestino, por eso tan importante es ingerir lo que necesitamos como eliminar lo que sobra.


Aprender a combinar alimentos

Uno de los pilares de la dieta disociada está basado en aprender a combinar correctamente los alimentos, ya que nuestro organismo no digiere igual la carne, que un tomate o un trozo de pan.

Ejemplo1: ¿qué pasa si comemos carne con patatas o con pan?
- La carne pertenece al grupo de las proteínas y además tiene un muy alto contenido en grasa.
- Las patatas o el pan pertenecen al grupo de los hidratos de carbono.

Para digerir la carne, nuestro organismo ha de segregar unos jugos gástricos específicos, y entran en juego unas enzimas digestivas específicas que sólo actúan en un entorno específico (en un pH específico). Para digerir correctamente la carne necesitamos de la enzima pepsina, que la segrega nuestro estómago para metabolizar (romper, digerir) las proteínas de la carne. La pepsina sólo actúa en un entorno ácido.

Para digerir las patatas o el pan, necesitamos unos jugos gástricos diferentes a los de la carne, y que actúen unas enzimas diferentes (ptialina, amilasa, maltasa...). Estas enzimas necesitan de un entorno con pH alcalino.

Por lo tanto, si ingerimos carne junto con pan o pasta o patatas, los hidratos de carbono se quedarán sin digerir, porque el entorno ácido que segrega nuestro organismo para digerir la carne, destruye literalmente las enzimas necesarias para metabolizar los carbohidratos.

Ejemplo2: ¿qué pasa si tomamos una macedonia de postre?
La fruta se digiere muy fácilmente, y prácticamente pasa directamente a los intestinos donde es metabolizada. Cuando después de una comida suficiente nos tomamos una macedonia, esta no será digerida correctamente produciendo putrefacción, ya que se verá envuelta en el resto de jugos más o menos ácidos necesarios para digerir la comida y no podrá pasar a los intestinos, teniendo que “esperar su turno digestivo”, produciéndose mientras tanto su fermentación (que a la vez produce gases entre otras cosas).
Tampoco deberemos tomar un dulce de postre (flan, tarta, natillas...), ni un café o infusión con azúcar...

¿Y qué pasa si combinamos mal y no digerimos bien?

Lo que ocurre cuando los alimentos no son digeridos correctamente por nuestro organismo, por nuestras enzimas y jugos, es que entran en juego nuestras bacterias digestivas, que terminan el trabajo degradando estos alimentos, a la vez que crean fermentación, putrefacción, gases y residuos tóxicos.
Cuando después de una comida nos sentimos bajos de energía, llenos de gases, cólicos o acidez, es porque hemos combinado mal los alimentos, o hemos ingerido alimentos de mala calidad llenos de grasas saturadas, azúcares refinados, aditivos y tóxicos.

Las malas digestiones en mas o menos tiempo producirán:

  • Intoxicación en nuestro organismo
  • Obstrucción en los intestinos (estreñimiento, intoxicación, etc.)
  • Cálculos renales, biliares, pancreáticos, hepáticos...
  • Agotamiento de órganos vitales, como el hígado que sufrirá un sobreesfuerzo
  • Fallos en el sistema linfático, que se verá saturado y no podrá eliminar todos los residuos tóxicos, por lo que llegará la retención de líquidos.
  • Fallos en el sistema circulatorio, ya que las arterias se verán obstruidas por el colesterol, lo que deriva en hipertensión, fallos cardíacos, infartos cerebrales, etc.
  • Inflamación en las articulaciones, por la acumulación de ácidos y tóxicos.
  • Desnutrición, ya que por mucha cantidad de alimento que ingiramos, nuestro cuerpo no obtendrá los nutrientes necesarios, por lo tanto nos sentiremos cansados, con ánimo bajo y con cualquier problema derivado de la falta de vitaminas, oligoelementos, aminoácidos, fibra, etc.
  • Nuestra sangre se acidificará. Esta es una de las consecuencias más graves, ya que si nuestra sangre se torna con un pH ácido, nuestras células tendrán carencia de oxígeno, lo que conlleva a un envejecimiento prematuro a una degradación rápida y grave de nuestros tejidos, que suele derivar en enfermedades graves como el cáncer.


Nos guste más o menos, es un hecho que la alimentación es responsable principal de nuestra salud, por eso, aunque a veces queramos compensar la mala alimentación con suplementos alimenticios, medicamentos o terapias, nada compensará los perjuicios de una mala alimentación, ya que afectará a todas y cada una de las células de nuestro cuerpo y sus complejas funciones. Debemos tener claro que no existe ninguna planta medicinal, ni medicamento, ni suplemento capaz de arreglar los desastres que producen en nuestro organismo una mala alimentación.

Os animamos a cambiar la forma de alimentaros y a seguir ciertas reglas fáciles, lógicas y sencillas, que poco a poco formarán parte de nuestra vida y nos ayudarán a disfrutar de salud, energía, belleza natural y mejor ánimo.


>> Continuar con la información: Dieta disociada :: Parte 2, por una alimentación consciente

El uso de antibióticos revolucionó el mundo de la medicina y la farmacopea ya que se presentó como cura indiscutible para multitud de enfermedades; no obstante, desde hace unos años hasta nuestros días los médicos recelan de su uso para evitar lo que ya se conoce como “resistencia bacteriana” y las autoridades sanitarias advierten de los efectos negativos que su administración puede producir para nuestra salud. Hoy vamos a analizar estos puntos para desgranar las consecuencias del uso de antibióticos en humanos y en animales.

¿Lácteos si o lácteos no?

Desde hace unos años existe una polémica abierta en torno a los lácteos ya que hay especialistas que aseguran que es un alimento muy completo para la salud desde la infancia y animan a su consumo, y por el contrario hay grandes profesionales de la nutrición y la salud que aseguran que los lácteos perjudican la salud y su consumo está íntimamente relacionado con infinidad de enfermedades.

Según los datos de 2012, en España se consumen aproximadamente 98 litros de leche por persona al año, cifra que ha disminuido considerablemente en 1 año, quizá por causa de la crisis, o quizá por causa de esta polémica con miles de defensores y detractores. En cualquier caso, en países como Suiza o Finlandia se consumen muchos más productos lácteos que en España por ejemplo.

La polémica en torno a los lácteos viene causada por datos oficiales que nos rompen los esquemas culturales, ya que van en contra de lo que siempre nos han contado. Pero a la vez nos seguimos encontrando con defensores del consumo de leche y derivados que siguen afirmando que es un alimento muy completo, muy importante en los primeros años de vida y desarrollo de un niño, así como en etapas carenciales de la vida como la menopausia o la vejez.

Vamos a analizar paso a paso los puntos de vista a favor y en contra para poder sacar nuestras propias conclusiones.

¿Qué son los lácteos?

La leche y todos sus derivados forman parte de lo que denominamos lácteos.
Los derivados de la leche son el queso, la cuajada, el yogur, la mantequilla, la nata y el kefir (además de los batidos, el helado y otros tantos postres a base de leche).
Los lácteos suelen catalogarse como proteínas en la clasificación de alimentos, aunque si el lácteo es muy graso (por ejemplo el queso curado), se clasificará dentro del grupo de las grasas.

La leche de vaca por ejemplo, contiene agua, proteínas, grasas, hidratos de carbono, calcio, fósforo, hierro, vitaminas A, D, B y C, por lo que se considera un alimento muy completo.

Los hidratos de carbono en los lácteos están compuestos por lactosa (el “azúcar” de la leche).
La proteína principal de los lácteos es la caseína.

La leche es un alimento materno, como ocurre con los humanos, es decir, es un alimento destinado a las crías, ya sean vacas, ovejas o cabras y solo por un breve espacio de tiempo, ya que después de los primeros años de vida, una vaca por ejemplo, no vuelve a tomar leche en su vida.

Datos a favor del consumo de lácteos

Las voces a favor del consumo de lácteos se basan en su riqueza alimentaria, ya que es un alimento bastante completo desde un punto nutricional. Contiene proteínas, que son muy importantes para nuestro desarrollo, pero lo más importante es que contiene una buena cantidad de calcio, vital para el crecimiento y el fortalecimiento de nuestra estructura ósea durante toda nuestra vida.

También contiene lactosa (hidrato de carbono), que es vital para que nuestros huesos absorban el calcio.

Por otro lado, los avances industriales de hoy en día nos aseguran productos lácteos de alta calidad, eliminando prácticamente cualquier resto de bacterias gracias a la pasteurización y además ofreciéndonos elegir entre leches y derivados más o menos grasos, ya que contamos por ejemplo con leche desnatada, a la que se le retira la grasa con la que se elaborará la mantequilla posteriormente. Cabe destacar que la leche a la que se le retira la grasa, es leche que habrá perdido las vitaminas A y D, ya que se encuentran precisamente en la grasa.

El producto estrella de los defensores de los lácteos suele ser el yogur, ya que que conserva todas las propiedades intactas de la leche, y algunas vitaminas más que se producen durante su fermentación, además ayuda a mantener la flora intestinal de nuestro organismo.

El ácido láctico que se produce durante la fermentación de los lácteos es una sustancia con un gran valor nutricional, ya que es importante para mantener los niveles óptimos de nuestro pH (aumentando la acidez), proporcionando equilibrio y protección. Evita la proliferación de algunas bacterias y virus e interviene favorablemente en procesos metabólicos para la obtención de energía, por lo que por ejemplo es muy importante en el caso de deportistas.

También podemos destacar que la leche caliente tiene un efecto relajante que nos produce bienestar desde un punto de vista psicológico y nos induce al sueño, por lo que sus defensores recomiendan, como nuestras madres en nuestra niñez, tomar un vasito de leche caliente antes de dormir para proporcionarnos un mejor descanso.

Datos en contra del consumo de lácteos

Las voces en contra del consumo de lácteos suelen basar sus argumentaciones en la experiencia y la observación, ya que no existen estudios oficiales concluyentes.

  • La controversia del calcio
    Con respecto al tema del calcio, algunos estudios, como el publicado por el American Journal of Public Health, han determinado que el consumo de lácteos no afecta positivamente al fortalecimiento de los huesos a pesar de su alto contenido en calcio, pero sin encontrar una base científica que lo justifique. Es decir, la teoría nos dice que consumiendo más calcio nuestros huesos estarán más fuertes, pero la práctica nos dice lo contrario.

    Esta misma conclusión es avalada por el Nurses 'Health Study' (el mayor estudio realizado a nivel mundial), que afirma que el consumo de leche en edad adulta no previene las fracturas ni la aparición de osteoporosis, a pesar de lo que se esperaba.

    Algunos expertos dan respuesta a esta controversia basándose en el hecho de que la acidez se equilibra con alcalinidad, por lo que nuestro organismo recurre a sus reservas alcalinas, entre las que se encuentran minerales como el calcio, para combatir la acidez del pH que producen los lácteos, así se explicaría que a un mayor consumo de lácteos, un mayor desgaste de calcio y otros tantos minerales alcalinos.

  • Lácteos en niños, intolerancias y alergias
    A pesar de que es un alimento muy completo, la lactosa de la leche es una sustancia difícil de digerir, ya que necesita una enzima determinada (lactasa) que no todos los organismos generan. Sin esa enzima (lactasa), nuestro organismo no podrá digerir los lácteos, lo que se conoce como “intolerancia a la lactosa”, produciéndose cólicos, gases, diarreas, estreñimiento y otros tantos trastornos digestivos.
    Durante la infancia nuestro sistema digestivo no es tan fuerte y completo como en la madurez y es más probable sufrir este tipo de intolerancias o problemas digestivos.

    Sobra decir, que como es obvio, lo óptimo durante los primeros meses de vida de un bebé es consumir su leche materna, no leche de vaca (a no ser que seas un ternero).

    Por otro lado, se considera que la caseína (proteína de la leche) no hidrolizada suele producir alteraciones intestinales diversas y contribuye a la fatiga crónica porque impide la absorción de otros nutrientes a través del intestino.

  • Obtención de lácteos
    Un punto muy importante para los detractores del consumo de lácteos, es la forma en la que se obtiene la leche, ya que una vaca de forma natural produce cerca de 100 litros de leche al año, pero actualmente una vaca produce 5000 litros de leche al año gracias a las supuestas mejoras en la ganadería y la industrialización. Para ello se utilizan todo tipo de químicos y hormonas que aumentan la producción, a la vez que condenan a la vaca a vivir “enchufada” a una máquina, sin movilidad ni sociabilidad y sometida a enfermedades mamarias como la mastitis. La mastitis en las vacas está producida por la sobreexplotación a la que están sometidas; produce inflamación e infección en las mamas, por lo que son tratadas con diferentes combinaciones de antibióticos que pasan a su carne y a su leche.

  • Hormonas y otros “extras” de la leche
    Como en otros tantos alimentos, el problema no está en el alimento natural en si, sino en su obtención e industrialización. Como veíamos en el punto anterior, las vacas son tratadas con todo tipo medicamentos preventivos y otros tantos curativos, además de las hormonas que favorecen su producción de leche. Esas hormonas y otros tantos restos químicos, como los antibióticos, pasan a la leche (y a la carne). Aunque posteriormente la leche es tratada y acondicionada para nuestro consumo, no es posible la eliminación total de los restos sin variar su calidad nutricional, por lo que muchos detractores afirman que algunas de estos restos hormonales tienen una estrecha relación con el cáncer de mama en humanos por ejemplo.
    Por otro lado, muchos lácteos también son “aderezados” con otras tantas sustancias extrañas a su naturaleza, como colorantes, conservantes, saborizantes, etc... esto ocurre sobre todo en los batidos supuestamente lácteos, los yogures, quesos de untar, etc...

  • La acidez de los lácteos
    Como afirman los defensores del consumo de lácteos, estos ayudan a conservar un entorno ácido en nuestro tubo digestivo, lo que es beneficioso para muchas tareas fisiológicas; el problema es que nuestro organismo suele tener un exceso de ácido, al menos en los países “desarrollados”. Si examinásemos el pH de los habitantes de un país norteamericano por ejemplo, seguramente nos encontraríamos con un 90% de habitantes con acidez en la sangre. La acidez del pH es causada principalmente por una dieta equivocada, pobre en frutas y verduras frescas y por la sobrealimentación, el exceso de sal y azúcar refinado, las bebidas gaseosas, el alcohol, el tabaco, el consumo de café, precocinados, etc...
    Por lo tanto, teniendo en cuenta que nuestra mala alimentación nos lleva a un exceso de acidez en nuestro organismo, lo que menos necesitamos es añadir más ácidos, como los lácteos, sino todo lo contrario, productos alcalinos que contrarresten la acidez (como las frutas y verduras frescas).

  • Los lácteos y la mucosidad
    También encontramos muchos profesionales de la nutrición y la salud que aseguran que los productos lácteos producen un exceso de mucosidad en el tubo digestivo y en las vías respiratorias.
    Aunque no se han encontrado evidencias científicas de este dato, lo cierto es que podemos encontrar cientos de expertos que avalan esta teoría basándose en la experiencia, ya que desde un punto de vista objetivo, dejar de consumir lácteos reduce la mucosidad, tanto en niños como en adultos.
    Algunas teorías aseguran que precisamente el aumento de acidez que producen los lácteos, tiene como consecuencia una producción mayor de moco por parte de nuestro organismo para proteger nuestras paredes intestinales. Esa mucosidad por un lado protege nuestro tubo digestivo, pero por otro lado hace de barrera para la absorción de nutrientes.
    Esa mucosidad además afecta al rendimiento hepático que interviene en muchos y dispares procesos fisiológicos, por lo que se encuentra relación entre el exceso de mucosidad y la producción de cálculos, trastornos digestivos, trastornos en el metabolismo de grasas y azúcares.

    Cabe recordar que el sistema digestivo y el respiratorio están relacionados, ya que comparten la boca y la faringe, que comunica las fosas nasales y los oídos. Por eso, muchos procesos catarrales, que cursan con infección de las vías respiratorias u oídos pueden verse agravados por el consumo de lácteos.

Más datos:

  • Olga Cuevas, bioquímica, especializada en nutrición y salud y directora de la Institución de Formación Profesional Sanitaria Roger de Llúria de Barcelona, asegura que los lácteos “tienen un alto contenido en antígenos que agotan el sistema inmunitario, haciéndolo más vulnerable a las infecciones y a enfermedades directamente relacionadas con nuestro sistema inmunológico”. Por lo que aconseja que las personas con problemas de salud “deberían disminuir la ingesta de lácteos, y suprimirlos totalmente si se padecen alergias cutáneas o respiratorias”.

  • La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de que “un consumo excesivo y demasiado precoz de lácteos de vaca no modificados supone una carga excesiva para el riñón y puede aumentar el riesgo de anemia por el bajo contenido de hierro de la leche y porque causa pérdidas intestinales de sangre”.

  • La American Academy of Pediatrics recomienda que los niños menores de un año no tomen leche de vaca.

  • La Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición pediátrica confirma que la leche de vaca sin modificar no debería constituir la bebida principal en bebés menores de 12 meses.

  • David Roman, de la Unión Vegetariana Internacional explica que “El ser humano no necesita productos de origen animal para sobrevivir, no necesitamos explotar a ningún animal y por tanto hacerlo es un capricho injustificado. “ […] “los lácteos ('carne líquida') están relacionados con una larga lista de problemas que van desde las alergias o el asma hasta ciertos tipos de cáncer pasando por las enfermedades cardiovasculares, la diabetes o la osteoporosis.”

  • El Journal of the American College of Nutrition, publicó una investigación del área de alergología del departamento de Dermatología de la Universidad de Zurich, en donde aseguran que no saben por qué puede aumentar la mucosidad al beber leche de forma habitual, aunque los resultados de sus estudios así lo demuestran.

Conclusiones:

Aunque cada uno debemos recurrir a nuestras propias conclusiones y decisiones, a la hora de consumir lácteos siempre es mejor confiar en productos ecológicos, que nos asegurarán una mejor calidad, desde un punto de vista nutricional, ecológico y ético.

Desde nuestra revista digital os invitamos a explorar vuestro organismo y observar sus reacciones, en el caso del consumo de lácteos y en todos los demás casos, ya que es la fuente más fiable de información con la que contamos. Nuestro cuerpo nos dará una respuesta certera a la hora de determinar si debemos o no consumir lácteos, y en qué medida hacerlo.

Vivimos en una sociedad tan enrarecida que nos empuja a pagar cantidades importantes de dinero cuando decidimos compartir nuestra vida con un perro o un gato, muchas veces apelando a nuestro miedo, capricho o desconocimiento.

¿Comprar o adoptar?

Una vez tomada la importante decisión de compartir nuestra vida con animal, sopesando nuestras circunstancias y aptitudes, todos los beneficios físicos y emocionales que nos aportan los animales y responsabilizándonos de los posibles problemas que vayan surgiendo, algunas personas se plantearán ¿comprar o adoptar?.

Ante esta pregunta mucha gente tienen claro que adoptar no es una opción ya que consideran más seguro comprar, pero ¿por qué?.
Si analizamos bien esta decisión, nos daremos cuenta de que se tiene la idea equivocada de que un animal de un centro de acogida será agresivo, estará enfermo o incluso será “feo”, lo que demuestra un gran desconocimiento y una gran manipulación por parte de personas que se lucran comerciando con seres vivos, a pesar de que cientos de ellos son sacrificados cada día muy cerca de nosotros.
No somos conscientes de que el hecho de que los centros de adopción de animales estén desbordados, no es un problema de los animales, que son feos o malos, sino por un problema de las personas que abandonan, que son las que realmente suelen ser agresivas o porque no decirlo, malas.

Por lo tanto, debemos tener claro que los perros y gatos de centros de acogidas no suelen terminar ahí por su “culpa”, como se tiende a pensar, sino por haber tenido la mala suerte de caer en manos de personas irresponsables, crueles o desequilibradas.


Según palabras de Héctor Ovejero, proteccionista animal desde hace más de 8 años: 'Adoptar un perro o un gato es un ejercicio de amor hacia los animales, pero también de responsabilidad que requiere de un asesoramiento previo', es por esto que de una manera desinteresada, orienta a personas que quieren adoptar en vez de comprar. Si necesitas asesoramiento (gratuito) sobre como adoptar un perro o gato, puedes contactar con él en Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

¿Qué tipo de animales encontramos en un albergue o refugio de animales?

  • Cachorros: encontraremos un montón de cachorros abandonados. Muchos dueños irresponsables, que aún hoy recelan de la esterilización de los animales, se encuentran con camadas de animales que no pueden mantener, incluso en repetidas ocasiones. Esos cachorritos, con suerte serán abandonados en un centro de acogida, porque en otras muchas ocasiones son tirados a contenedores o abandonados junto a carreteras.
  • Animales adultos: increíblemente muchas personas abandonan a sus amigos y compañeros de viaje cuando llegan a la vejez por no querer asumir los problemas que acarrea esta etapa del animal, sin tener en cuenta el grandísimo sufrimiento que les causa el abandono y la separación de las personas con las que habrán creado un vínculo vital.
  • Perros grandes: muchas otras personas, compran perros que cuando son cachorros son preciosos, manejables y graciosos, sin tener en cuenta que ese animal crecerá. Un perro bien educado y respetado, será cada vez más precioso y manejable por mucho que crezca, pero si no lo educamos bien y obviamos sus necesidades, quizá deje de ser fácil de manejar, a lo que muchas personas responden con el abandono, en vez de con educación y dedicación.
  • Perros de cazadores: los cazadores que se suelen llamar así mismos grandes amigos de los animales y la naturaleza, representan el porcentaje más elevado entorno al tráfico, abandono y maltrato animal. Suelen tener un gran número de animales que utilizan para sus cacerías, y que abandonan una vez que pierden facultades para la caza, ya sea por lesiones o por vejez. También suelen cruzar a sus “mejores perros”, teniendo cada año camadas de animales para elegir entre ellos el que consideran más adecuado para su “hobbie”, abandonando o sacrificando al resto en el mejor de los casos. No todos los cazadores se comportarán de este modo, pero sí un grandísimo número de ellos, haciendo gala de una supuesta superioridad que les hace despreciar la vida ajena.
  • Perros con problemas emocionales: los perros y gatos no son personas, y muchas veces se comete el error de humanizarlos y tratarlos como si tuviesen nuestras mismas necesidades. La convivencia con los humanos les pueden causar multitud de trastornos sobre todo psicológicos, ya que muchas veces no se respetan sus necesidades de juego, relación con otros perros, actividad física, aprendizaje o incluso alimentación. Todo esto puede dar lugar a perros con problemas de comportamiento de cualquier tipo, que terminan en el mejor de los casos en centros de acogida, a pesar de que muchos de estos problemas son fácilmente corregibles con conocimiento, cariño y dedicación.
  • Animales maltratados: muchas personas que nos rodean, muchas más de las que creemos, disfrutan con el sufrimiento animal y se divierten torturando perros o gatos, despreciando cualquier tipo de vida animal que cae en sus manos. Muchos animales en centros de acogida han vivido encerrados en jaulas o cajas, han sido quemados, apaleados, mutilados y torturados en repetidas ocasiones. Pero a pesar de esas terribles experiencias, los perros siempre viven el presente y siguen confiando en un buen compañero que les de una segunda oportunidad para vivir en libertad.
  • Galgos y podencos: los galgos son una raza especialmente castigada por el mero hecho de poseer la cualidad de correr mucho. Son torturados y abandonados impunemente tanto por cazadores como por profesionales de las carreras. Para hacernos una idea, una práctica común es atar al animal a una moto y hacerlo correr hasta el límite de sus posibilidades, el perro que sobreviva se ganará una vida de entrenamiento militar hasta que pierda facultades, el que flaquee será arrastrado por la moto y abandonado en una cuneta o atado a un árbol malherido.


Conclusiones:

Comprar un gato o un perro no te garantiza que ese animal vaya a ser más sano, más bueno ni más 'bonito' que un animal adoptado, incluso muchas veces ocurre lo contrario, ya que esas cualidades son determinadas por su educación, sus hábitos, su alimentación y su entorno equilibrado, pagues o no pagues por ese animal.

En un refugio o centro de acogida de animales encontrarás gatos y perros de todo tipo y seguro que existe más de uno perfecto para ti:

  • Podrás elegir entre una gran variedad de cachorritos, si es que quieres vivir la experiencia completa
  • Encontrarás animales adultos, tranquilos y serenos que te ahorrarán las típicas trastadas de la infancia
  • Encontrarás razas pequeñas y razas grandes de perros
  • Si prefieres optar por una raza en concreto que consideras más adecuada para tu forma de vida, encontrarás multitud de animales de las razas más habituales y cotizadas en el mercado: cocker, boxer, pointer, braco, galgo, beagle, dogo, labrador, pastor alemán, setter, terrier...
  • Encontrarás personas responsables que te aconsejarán acerca del animal que mejor se adapte a tus necesidades, y además te asesorarán con respecto a las claves para su salud y adaptación
  • Aunque muchas protectoras ofrecen la posibilidad de 'acoger' a un perro o gato temporalmente mientras se le encuentra un hogar definitivo, nosotros no somos partidarios de esa práctica ya que aunque puede resultar cómoda, no es buena para el perro que puede sentirse abandonado una y otra vez si va de casa en casa de acogida temporal.
  • Adoptando un animal de un centro de acogida salvas dos vidas, la de tu nuevo amigo, y la de otro que podrá ocupar su lugar en ese centro
  • Sobre todo tendrás la suerte de encontrar un buen amigo, que a su vez tendrá la gran suerte de recibir una segunda oportunidad para vivir dignamente, y además, ya sabes que las mejores cosas de la vida son gratis.

Enlaces que te pueden interesar:

  • FENIXCAN: Centro de acogida de perros y gatos en la sierra de Madrid
  • NUEVA VIDA: Albergue de perros y gatos y red de casas de acogida
  • PROTECTORA BCN: Protectora de animales en Barcelona
  • ANIMANATURALIS: Defensa de los animales y denuncia del maltrato

Para una dieta saludable es necesario combinar correctamente los alimentos y adaptar la ingesta de alimentos de un tipo u otro a nuestras necesidades, por eso, lo primero será entonces distinguir entre proteínas, hidratos y grasas, y conocer a qué grupo pertenece cada alimento.

Los alimentos son la base principal de nuestra salud, ya que son la “materia prima” que utiliza nuestro organismo, mediante el metabolismo, para obtener energía, que es el “combustible” de nuestra vida.

Mediante la digestión y el metabolismo, nuestro cuerpo aprovecha los nutrientes de los alimentos, proteínas, hidratos, grasas, vitaminas, sales minerales y agua, y todos estos nutrientes deberían encontrarse en una cantidad óptima y en equilibrio con nuestro organismo, por eso es muy importante conocer la clasificación de los alimentos para llevar una dieta equilibrada.

La mayoría de los alimentos naturales suelen estar compuestos por diferentes nutrientes, es decir, grasa, proteínas, vitaminas, sales minerales... pero se clasifican en 3 grandes grupos principales, según el nutriente predominante en su composición:

Proteínas

Las proteínas están formadas por aminoácidos. Las proteínas que ingerimos son digeridas, descompuestas en aminoácidos, y estos son sintetizados por nuestro organismo para formar proteínas propias, por ejemplo insulina o hemoglobina. Es decir, para nuestro organismo son esenciales los aminoácidos, no las proteínas en si mismas. Existen 21 aminoácidos esenciales con los que se pueden componer todo tipo de proteínas necesarias para nuestro organismo, y de esos 21, 8 aminoácidos son esenciales. Los aminoácidos son fundamentales para nuestro organismo, ya que forman aproximadamente un 50% de nuestros tejidos, músculos, órganos y sistema inmunitario. También son básicos para formar glóbulos rojos (sangre).

La mayoría de naturópatas y nutricionistas recomiendan ingerir proteínas de origen vegetal, en vez de origen animal, ya que son más fáciles de digerir y sintetizar. Las proteínas de origen animal contienen purina, que es un compuesto a base de nitrógeno, que al ser metabolizado por nuestro organismo libera ácido úrico.

  • Alimentos considerados proteínas (en su composición predomina una gran parte proteica): Carnes rojas, carnes blancas, pescado blanco, pescado azul, marisco, lácteos y derivados y huevos. Los alimentos ricos en aminoácidos esenciales son los frutos secos, las legumbres, el arroz, los cereales y algunas algas como la espirulina.

Hidratos de carbono

Los hidratos de carbono también se suelen llamar glúcidos o carbohidratos. Son esenciales para nuestro organismo porque son una fuente básica e inmediata de energía. Los glúcidos o hidratos de carbono están compuestos por azúcares simples o complejos.

Existen hidratos de carbono simples (monosacáridos o disacáridos), como la fructosa, la sacarosa o la glucosa o complejos (polisacáridos), como los almidones, féculas o celulosa.

Nuestro organismo necesita carbohidratos para obtener de ellos glucosa, que es imprescindible para muchas funciones vitales de nuestro organismo ya que la glucosa es nuestra fuente principal de energía. Es transportada hasta el hígado, que regula la cantidad de glucosa en sangre. La glucosa se almacena en forma de glucógeno, no sólo en el hígado, sino también en los músculos. La glucosa que no se consume y no se puede almacenar (por exceso), se transforma en grasa, engordando el tejido adiposo.

Un exceso de glucosa en nuestro organismo puede resultar muy perjudicial y peligroso.

  • Alimentos considerados carbohidratos (ya sean simples o complejos, en su composición predomina una gran parte glúcida): Azúcares, frutas dulces, postres, harinas, cereales, legumbres, tubérculos y cacahuetes. Es decir, por ejemplo en este grupo se encuentra el pan, la pasta, la bollería o pastelería, la patata, el arroz, el trigo, el maíz, los garbanzos, los dátiles, la remolacha, la uva y por supuesto el azúcar.

Grasas

Las grasas son también denominados ácidos grasos o lípidos. La mayoría de las grasas en nuestro organismo son triglicéridos, por eso los lípidos también se suelen denominar triglicéridos. Además de los triglicéridos también son grasas los esteroles (aceites vegetales), el colesterol (grasa animal) o los fosfolípidos (formados por fósforo), aunque la clasificación de las grasas es mucho más amplia y compleja (esteroides, ceras, terpenos...).

Las grasas cumplen la función de combustible de reserva, almacenado en el tejido adiposo. También ayudan a mantener la temperatura corporal, actúan como aislante, protegen (“amortiguan”) los órganos, propician la formación de hormonas y enzimas y facilitan la absorción de vitaminas solubles en grasa, es decir, vitamina A, D, K y E. Además, las grasas resultan tan tentadoras en nuestra dieta porque aportan mucho sabor a los alimentos.

Las grasas se clasifican a grandes rasgos en: grasas saturadas, suelen ser sólidas y procedentes de animales, y grasas insaturadas suelen ser líquidas y procedentes de vegetales.

Un exceso de grasas saturadas en el organismo resulta muy perjudicial, ya que se acumula primero en el tejido adiposo, almacenándose y engordando este tejido, pero cuando este tejido no puede almacenar más grasa, esta se empieza a acumular en los órganos, atrofiándolos y en muchos casos dificultando su funcionamiento gravemente.

El colesterol que tanto preocupa hoy en día, es en realidad muy necesario para nuestro organismo, pero como cualquier otra sustancia, en exceso resulta muy perjudicial. Los alimentos ricos en grasas saturadas, producen un exceso de colesterol en nuestro organismo, es decir, la carne roja, los huevos (yema), los quesos curados o grasos, la mantequilla, los embutidos, el marisco y la bollería industrial.

  • Alimentos considerados grasas (en su composición predomina una gran parte grasa o lípida): Mantequilla, quesos grasos, aceites, olivas y pipas de girasol o calabaza y frutos secos. La carne y los embutidos serán considerados “grasas” dependiendo de su composición y su porcentaje, generalmente, contienen mayor cantidad de proteínas, por eso pertenecen al grupo proteico. También existen postres (helados, pasteles, chocolates, cremas...) que tienen mayor cantidad de grasa que de glúcidos, por eso se debe atender a su composición.

Nota: No existen alimentos malos o buenos, sino cantidades recomendables o perjudiciales para nuestra salud; aún así, existen alimentos a los que hay que prestar mucha atención y consumir con moderación o no consumir, y estos son las carnes, los dulces y postres elaborados, el alcohol, el vinagre, la sal, el azúcar blanco, los refrescos con gas, el pan blanco y la bollería.

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