La bardana (Arctium lappa) ha sido utilizada desde la edad media por su gran acción purificante, se la reconocía como “la planta que limpia la sangre”.
De la bardana se utiliza su raíz y sus hojas principalmente. Su raíz contiene gran cantidad de inulina y mucílago que tienen un efecto calmante para el tracto intestinal, estimula la producción de bilis (la billis es segregada gracias al hígado y ayuda a realizar la digestión emulsionando los ácidos grasos para que sean digeridos correctamente) y es diurético.
También contiene principios activos bactericidas por lo que es muy buena para ayudar a depurar el sistema linfático y curar determinados problemas de la piel. Aplicado en forma de tónico o aceite esencial ayuda a controlar el exceso de seborrea en el cuero cabelludo y es excelente para casos de acné y forúnculos.
Se utilza en casos de psoriasis y para retardar el envejecimiento de la piel. En Japón se utilizan sus raices hervidas para cocinar o realizar ensaladas, pero en occidente se suele consumir en forma de polvo de raiz o raices y hojas secas.