Desde el siglo IV a.C. el vinagre ha tenido gran importancia en la sociedad gracias a sus múltiples aplicaciones no solo en la cocina, como conservante y aliño, sino como desinfectante para las heridas, complemento nutricional o purificador de cuerpo y alma. Hoy por hoy, a todas estas cualidades también podemos añadir las aplicaciones estéticas e industriales ya que desde hace años se utiliza el vinagre para la elaboración de multitud de cosméticos y productos de limpieza.
El vinagre es el resultado de la fermentación de los azúcares del vino (en el vino el alcohol deriva en azúcar) o las frutas. Esta fermentación da lugar al ácido acético, que es el responsable de las características agrias y ácidas, desinfectantes y depurativas del vinagre.
Existen muchos tipos de vinagre, vino blanco, vinagre de manzana, vinagre de Módena (procedente de vinos tintos y blancos), vinagre de piña, vinagre de arroz, vinagre de té (kombucha)…, su diferencia la marca la cantidad de ácido málico y acético que contienen, que otorgan a cada tipo una acidez y aroma distinto. El vinagre blanco procedente del vino es el más consumido a nivel mundial, pero últimamente se ha elevado el consumo del vinagre de manzana, que por su poder saciante se ha convertido en complemento ideal en dietas de adelgazamiento, y el vinagre de Módena (procedente de Italia y elaborado con vino blanco y tinto) que por su sabor y textura es ideal para la elaboración de salsas.
El vinagre contiene vitamina A por lo que favorece la recuperación de problemas de visión o problemas cutáneos (piel y mucosa).
Según la agencia de noticias EFE, que ha revelado los resultados de un estudio llevado a cabo por la Universidad de Arizona (EEUU), el vinagre tiene la cualidad de regular los niveles de glucosa en sangre, por lo que se continúan estudiando sus aplicaciones terapéuticas beneficiosas para enfermos de diabetes y sus beneficios como complemento de dietas de adelgazamiento.
Existen muchas aplicaciones y remedios caseros para el vinagre, así por ejemplo se utiliza para aliviar el picor e inflamación de las picaduras de insectos, para realizar conservantes de alimentos mediante la elaboración de salsas, escabeche o mostazas, para mejorar la digestiones pesadas, para limpiar las heridas, para aliviar el dolor de garganta provocado por una infección, para lavar las frutas y verduras antes de consumirlas, o incluso para dar un último aclarado al pelo, ya que el vinagre elimina los residuos del champú y el acondicionador y otorga al pelo un brillo natural y un aspecto sedoso.
Según la dieta disociada se recomienda no combinar vinagre con carbohidratos (hidratos de carbono) ya que dificulta su digestión. En cualquier caso, siempre seguirá siendo la pareja ideal de un buen aceite de oliva virgen, y aunque parece que convive a su sombra, tiene también un merecido protagonismo en nuestras casas.