Vamos a analizar un menú diario que se podría considerar aceptable, incluso recomendable, para ir analizando los errores comunes en este tipo de alimentación:
Desayuno:
- Zumo de naranja: con suerte será natural y sin azúcar añadido, pero la mayoría de las veces se recurre a zumos de brick con una gran cantidad de azúcar añadido o casi peor, zumos light con edulcorantes.
- Café con leche desnatada o té: ambos con cafeína (o teína), aunque ese no es el problema, el problema es tomarse un café o un té suele implicar añadir azúcar o fructosa o sacarina o siropes… Además en el caso del café, contamos con la leche, que desnatada o no contiene caseína (proteína) y lactosa (carbohidrato), ambos nutrientes muy difíciles de digerir y con problemas añadidos para personas con alergia, asma, rinitis, acidosis, artritis reumatoide y otras enfermedades autoinmunes.
- Cereales de desayuno: de los cereales empaquetados comerciales no hay opción buena… con respecto a las calorías te da lo mismo elegir Special K que Chocapic. Es un alimento que solo aporta azúcar al organismo (los cereales refinados son carbohidratos de asimilación rápida, es decir, azúcares, a la que además le añaden azúcares refinados) y pequeñas dosis de fibra. Por mucho que en el envase pongan siluetas esbeltas y la palabra fitness centelleante, es un producto de muy bajo valor nutricional y gran aporte calórico.
- Tostada con tomate y aceite: muy saludable si el pan de hoy en día fuese algo más que harina refinada y levadura, que nos hincha como a un globo.
En definitiva, tenemos un desayuno demasiado dulce, cargado de carbohidratos de bajo valor nutricional y de asimilación muy rápida que propicia que a media mañana tengamos ganas de comer más dulce porque habremos comenzado nuestra marejada de picos de glucosa-insulina-glucosa que continuará a lo largo de todo el día. Fruta o zumo natural (sin azucarar), algo de tomate (con suerte natural) y un chorrito de aceite (con suerte sin refinar y virgen extra) será nuestro único aporte nutricional considerable del desayuno, pero insuficiente para lidiar con el exceso de azúcar y las dificultades digestivas del total del desayuno.
Media mañana:
- Barrita energética: de nuevo exceso de azúcar. El desayuno ha sido carente de nutrientes y el cuerpo está hambriento y además con “mono” de más azúcar.
- Yogur: con muesli, con bifidus, desnatado o saciante… en definitiva de nuevo lácteo y azúcar. Con suerte el yogur será natural y aprovecharemos su faceta probiótica.
- Té: ¿endulzado de alguna manera? De nuevo azúcar.
- Fruta. Genial, por fin vitaminas y enzimas digestivas naturales. Oh oh... de nuevo azúcar.
Un picoteo que nos nutre poco, vuelve a poner en marcha nuestro sistema digestivo de nuevo y vuelve a poner en marcha nuestro “subeybaja” de glucosa.
Comida:
- Sopa de fideos: Bien! La sopa es sana, no? El problema es el cubito de caldo tradicional, amalgama de sal refinada y aditivos. Además las verduras seguramente habrán tenido un papel muy secundario en nuestro caldo y habrán cocido demasiado tiempo perdiendo la cantidad de vitaminas y enzimas que las hacía interesantes. Seguramente el protagonista habrá sido el pollo, la gallina o cualquier tipo de carne o pescado. No hay problema con la parte animal siempre que la calidad sea aceptable, pero también le añadimos fideos, es decir, harina refinada de nuevo, y demasiada sal refinada.
- Filete de ternera con ensalada: con suerte el filete no estará empanado y frito, pero seamos sinceros, llamar ensalada a medio tomate y 5 hojas de lechuga iceberg, es mucho decir. Con respecto a la carne, si es blanca tendrá menos aporte de grasas saturadas, pero en cualquier caso la calidad de la carne comercial deja mucho que desear: gran carga de aditivos, conservantes, residuos hormonales y antibióticos, purinas y otras tantas sustancias que saturan nuestro organismo rápidamente.
- Postre: melón, macedonia o mandarinas… o infusión. De nuevo azúcar, que en este caso además entorpece la digestión de la carne que acabamos de comer.
Quizá hayamos comido con agua, por fin agua! Aunque durante la comida entorpecerá la digestión de los alimentos, más aún si la bebemos fría. Pero lo cierto es que la mayoría de las veces la bebida elegida será un refresco light (edulcorantes, aditivos y gas), cualquier bebida gaseosa (azúcar, ácido fosfórico, benzoato de sodio, aditivos…) o vino, que aunque tenga flavonoides que son muy beneficiosos, también contiene alcohol, que triplica la probabilidad de contraer cáncer entre otras enfermedades degenerativas, además incrementar los problemas de glucosa.
Merienda:
A media tarde sufrimos las consecuencias de una comida quizá demasiado copiosa, desequilibrada y difícil de digerir y nos encontramos sin energía. Además, recordemos que nuestro ciclo de azúcar-insulina-glucosa continua, así que de nuevo apetece algo dulce y algo de beber porque tenemos sed! Así que la combinación ganadora suele ser un refresco que calme nuestra sed aparentemente y que además nos aporte azúcar rápidamente para poder continuar nuestro día.
Eso si, también comeremos algo de fruta… Oh no! más azúcar!
Cena:
- Crema de calabacín: Genial, verduras! Pero de nuevo demasiado cocinadas y además seguramente habremos añadido algún quesito (quizá light), algún chorrito de nata o leche y de nuevo algún cubito de caldo.
- Ensalada: Esta vez si! Ensalada! Tomate, lechuga, cebolla y aún en lata o queso fresco.
Picoteo de después de cenar:
Nos sentimos cansados física, energética y emocionalmente. Pero este es nuestro momento, los niños están durmiendo y por fin descansamos. Además después de un día de dieta sana sentimos que nos merecemos una pequeña recompensa, un caprichito sin importancia que nos haga sentir mejor. El cuerpo nos pide una despedida a la altura de nuestro desayuno, dulce y caliente: Alguna galletita (eso si, integral), un trocito de chocolate, un vaso de leche desnatada calentita con cacao…
Resumen:
Comenzamos el día con un exceso de azúcar que condiciona el resto del día, en el que sufrimos un sube y baja de glucosa-insulina que nos agota, además, como nos faltan nutrientes nos sentimos agotados física y mentalmente y recurrimos a azúcares de asimilación rápida para conseguir mantenernos activos, pero sobre todo para conseguir bienestar y placer. La cantidad de alimentos frescos y crudos es casi simbólica. Combinamos ma los alimentos. Nos falta agua, nos faltan ácidos grasos, enzimas y coenzinas y nos sobran carbohidratos de mala calidad, sal y aditivos.
Si te has visto reflejada/o en este análisis, seguramente sufras jaquecas, cansancio, alteraciones de ánimo a lo largo del día, problemas de tránsito intestinal, desequilibrios hormonales, baja inmunidad, alteraciones de sueño y otras tantas consecuencias de un desequilibrio orgánico. Te animo a tomar conciencia de tu nutrición y coger las riendas de tu cuerpo físico y energético. Cuando se ve la realidad nutricional desde otro punto de vista, todo se ve desde otro punto de vista. Nos sentimos con control y fuerza para proteger nuestra salud y combatir cualquier desequilibrio que pueda surgir a cualquier nivel.