Uno de los tantos regalos maravillosos de la naturaleza son las abejas. No solo conforman una sociedad sorprendente y mágica desde muchos aspectos, sino que además nos regalan varios productos valiosísimos para nuestra salud y nuestra nutrición. Por eso, desde hace tiempo los métodos apícolas están tornando a modos ecológicos, para así respetar el equilibrio natural de las colmenas.
Sobreexplotación industrial
La apicultura técnica o masiva, utiliza métodos agresivos que rompen por completo el ciclo natural de los enjambres, contaminan sus productos y maltratan a las abejas.
Algunos de estos métodos consisten por ejemplo en mutilar las alas a las abejas reinas, matar un número considerable de ejemplares (adultos y crías) en el momento de la recolección, rociar a las abejas con repelentes químicos, medicamentos (antibióticos) y pesticidas, someterlas a manipulación genética así como a elevados niveles de estrés producidos por una escasa ventilación en la colmena, temperaturas extremas o excitantes sintéticos para aumentar su rendimiento.
Como en cualquier otra ganadería, la explotación industrial de los animales representa un grave peligro para la biodiversidad y para el equilibrio natural de la vida, quedando muchas veces demostrado, que romper ese equilibrio la mayoría de las veces se vuelve en nuestra contra. Por un lado necesitamos a los animales para nuestra vida, ya que son parte imprescindible de nuestro ecosistema, (por ejemplo sin las abejas sufriríamos una ausencia de polinización y se extinguirían muchas especies vegetales y en consecuencia, especies animales), y por otro lado, nos encontramos con que los métodos de explotación actuales suponen un grave riesgo para nuestra salud.
Técnicas de apicultura ecológica
El organismo que regula la apicultura ecológica en España es COPAE. Una vez que un apicultor solicita adherirse al sistema ecológico de producción, deberá cumplir los requisitos del Comité de Certificación de COPAE, que a su vez llevará un control periódico de dicha producción, realizando para ello inspecciones anuales sin previo aviso.
Las normas ecológicas que regulan la apicultura exigen que se seleccione cuidadosamente la raza de abeja más apropiada para la zona en la que se vaya a ubicar la colmena. Deben tenerse en cuenta su resistencia a las enfermedades y su vitalidad. En Europa por ejemplo, sería conveniente utilizar razas autóctonas, como la Apis Mellifera. La colmena deberá situarse en una zona en la que exista un radio de 3 kilómetros de cultivo ecológico o silvestre no contaminado por pesticidas o fertilizantes artificiales, y también deberá estar cerca de un acceso al agua natural.
Las colmenas deberán ser alimentadas con su propia miel y polen, teniendo en cuenta reservar parte de su producción para pasar el invierno.
Para el tratamiento médico de la colmena, si sus abejas enfermasen o sufriesen alguna plaga, deberán utilizarse productos fitoterapéuticos (plantas medicinales, aceites esenciales) y homeopáticos. En ningún caso se permite administrar medicamentos a las abejas de forma preventiva.
Está prohibida la recolección de la miel en los panales que contengan crías, así como dañar a cualquier ejemplar durante la extracción de la miel. Se debe garantizar una extracción, elaboración y almacenamiento adecuado, que no contamine en ningún momento el producto ecológico resultante.
Dado que disfrutamos de los ricos y valiosos productos que las abejas producen, sacrificando para ello su vida y además necesitamos convivir en equilibrio con ellas para poder mantener nuestro ecosistema natural a salvo, lo menos que podemos hacer es actuar en consecuencia consumiendo productos de apicultores que nos garanticen el respeto por estos maravillosos compañeros de viaje.