También se conoce esta planta como Yierba cabrera (Bituminaria bituminosa), Higueruela, Angelote, Hierba cabruna, Hierba gitana, Hiperuelo, Trébol bastardo, Trébol del mal olor, Tedera…
Esta planta tan común en la Península Ibérica (sobre todo norte), islas Canarias y Baleares, y muchas zonas de Norteamérica e Israel, ha sido considerada en la antigüedad como una planta con grandes poderes mágicos. Es una planta de un olor muy fuerte y desagradable que recuerda al betún, pero en cambio es un arbusto de flores moradas o blancas muy llamativas.
En la antigüedad, a la vez que se utilizaba como pasto para las cabras, de ahí su nombre “hierba cabrera", se utilizaban sus hojas para remediar el mal de ojo, para curar las hemorroides (llevando unas hojitas en el bolsillo), y por lo que es más conocida, para obtener una fuerza física sobrehumana. Existía un dicho popular en nuestra costa cantábrica que aseguraba que “la llevan escondida bajo la lengua los pájaros carpinteros, pues gracias a su poder pueden agujerear sin esfuerzo incluso el hierro”.
Existen historias de hombres con superpoderes en nuestro país, gracias a esta planta, igual que en los cómic de Asterix y Obelix gracias a su “pócima mágica”. Se consideraba que podía ablandar las rocas y el hierro.
En Perú, también se recogen leyendas indígenas que explican cómo esta “yerba mágica” facilitó la construcción de Machu Pichu, ya que gracias a ella moldeaban las rocas como si fuesen arcilla.
Con respecto a su composición y principio activo, curiosamente, se consideran de poco interés farmacológico, y a penas se estudia por su característica extraordinaria de resistir temperaturas extremas y grandes periodos de sequía y por su aplicación para la alimentación del ganado. Contiene Psoraleno (que se utilizaba para tratar enfermedades de la piel como la psoriasis) e isopsoraleno (angelicina), ambas sustancias pueden resultar perjudiciales para la salud, ya que pueden producir fotosensibilidad y en consecuencia, quemaduras, yagas o manchas en la piel.
Os recomendamos el libro de Jesús Suárez “La yerba cabrera de Asturias, las piedras "reblandecidas" de los incas y el templo de Salomón”