La albahaca (Ocimum basíliscum) es una planta aromática que hoy en día utilizamos comúnmente en la cocina. Tiene muchas utilidades cosméticas por su intenso olor o sus propiedades (por ejemplo, ayuda a prevenir la caída del cabello) y en distintos tratamientos para la buena salud (diurética y depurativa), pero a lo largo de la historia era la planta utilizada por excelencia para los rituales amorosos.
Se le atribuyen poderes mágicos todos en torno al amor, se cree que puede ser por su agradable aroma y sus hojas en forma de corazón. Se decía que la albahaca incrementa la energía sexual, aumenta la fertilidad, evita las discusiones entre parejas o ayuda a descubrir una infidelidad.
Según los celtas, si la planta se marchitaba antes de lo que debiera, era una muestra "evidente" de que había que buscarse otra pareja.
En Europa oriental se pensaba que si una mujer le ofrecía una ramita de albahaca a un hombre y este la aceptaba, él nunca podría dejar de amar a esa mujer.
Uno de los ritos amorosos realizados con la albahaca consistía en poner un par de hojas de albahaca sobre carbón encendido, si las hojas se quemaban rápidamente, la relación tendría éxito, si las hojas crepitaban al quemarse, volaban o se movían mucho, la relación estaría destinada a ser un fracaso.
También tradicionalmente, para conservar la fidelidad de tu pareja debías rociarla con polvo de albahaca mientras dormía durante varias noches.
En el Imperio Romano, se la llamaba “hierba de la suerte”, ya que la tradición decía que había que construir la casa donde creciese la albahaca para ser afortunado.
Como veis, se consideraba buena para los rituales de relaciones en general, no solo para las relaciones románticas, por eso para triunfar en una negociación, se recomendaba llevar una bolsita en el bolsillo con unas hojitas de esta planta.