La obesidad, el sedentarismo, la dieta carnívora, los alimentos de mala calidad, el estrés, el tabaquismo, el alcohol, la diabetes y el exceso de sal en la dieta son los principales desencadenantes de un desequilibrio muy peligros que afecta a 1 de cada 3 habitantes del planeta y causa la muerte a más de 9 millones de personas cada año.
Si sufres o has sufrido hipertensión o algún problema coronario, seguramente habrás oído hablar acerca de esta planta medicinal, y es que en los últimos años el espino blanco ha tomado un gran protagonismo en herboristerías por sus importantes propiedades para la salud y la proliferación de problemas coronarios de nuestra sociedad.
El Espino Blanco (Crataegus monogyma) también se conoce como “espino albar”, “majuelo” o “cerezo de pastor”, es un arbusto que puede llegar a crecer hasta los 9 metros, por lo que a veces parece más bien un árbol. Es originario de Europa, norte de África y Asia occidental. Se caracteriza por unas florecitas blancas que crecen en racimo y dan lugar a un fruto en forma de bayas rojas. Su aroma es parecido al del tilo, y sus bayas (parecidas a la acerola) se convierten en un manjar para los pájaros.
El espino blanco contiene flavonoides, hiperósidos, polifenoles, pectinas, ácidos triterpénicos, minerales, y taninos, entre otros compuestos menos relevantes. Por su variedad de nutrientes, el espino blanco se convierte en un ingrediente clave para muchos fármacos industriales destinados a combatir la hipertensión, el estrés o problemas coronarios.
Sobre todo, podemos destacar su acción cardiovascular, ya que actúa como hipotensor (reduciendo la tensión arterial) y mejorando la circulación sanguínea gracias a que ayuda al corazón a bombear la sangre con más fuerza. Su actividad es lenta pero se prolonga en el tiempo, lo que quiere decir que no baja la tensión inmediatamente con la primera dosis, sino que después de un tratamiento adecuado con espino blanco, la tensión se verá reducida de forma constante, lo que resulta más saludable que las bajadas de tensión más bruscas.
También posee una notable acción antiespasmódica, que actúa dilantando los vasos sanguíneos coronarios (del corazón), por lo que el espino blanco están indicado en casos de angina de pecho y como tratamiento preventivo de infarto de miocardio, arritmias e insuficiencias cardíacas.
Varios estudios realizados con animales, han reflejado también el poder hipotérmico del espino blanco, es decir, que baja la temperatura del cuerpo. Además, por su actividad vasodilatadora, se recomienda para casos de pérdida de memoria sobre todo en personas de edad avanzada, ya que mejora el riego sanguíneo.
Así mismo cabe destacar su efecto sedante del sistema nervioso simpático (actos voluntarios), por lo que se suele administrar para casos leves de ansiedad, nerviosismo o incluso tos nerviosa, junto con otras plantas de actividad sedante, como la valeriana, la hierbaluisa o la pasiflora.
El espino blanco no resulta tóxico de ninguna manera, pero aún así se deben respetar las dosis recomendadas del productor o el terapeuta, ya que en dosis muy elevadas, la disminución de la tensión arterial y la temperatura del cuerpo, pueden resultar perjudiciales.
Esta estupenda planta medicinal se suele encontrar en forma de pastillas o tabletas, pero sin duda, al igual que la mayoría de plantas medicinales, es mucho más eficaz y saludable en forma de aceite esencial o tintura (extracto puro de la planta fresca), y más aún si se trata de una tintura ecológica.
La lecitina de soja es un complemento alimenticio derivado de la soja. A continuación, en este artículo vamos a explicar por qué es recomendable para personas con sobrepeso, elevado colesterol y triglicéridos, para un mejor rendimiento intelectual en épocas de exámenes, para problemas de la piel, para prevenir trombos y problemas cardiovasculares.
La lecitina en general, es un fosfolípido derivado de algunos alimentos que protege las células de los radicales libres (oxidación) y otorga elasticidad a sus membranas celulares. Su función también es la de emulsionar “licuar” la grasa, aunque técnicamente no la licua, sino que es capaz de descomponerla en partículas muy muy pequeñas para poder ser metabolizadas o eliminadas correctamente por el organismo. Por ejemplo, para su uso industrial, es común la lecitina de la yema del huevo, semillas de lino o diente de león, para conseguir mezclar ingredientes alimenticios correctamente en el caso de que alguno de los ingredientes sea graso.
Por las propiedades generales de la lecitina y las propiedades específicas de la soja, la lecitina de soja evita la acumulación de colesterol en las arterias reduciendo así el riesgo de padecer problemas de circulación, problemas cardíacos, hipertensión o trombos.
[ En cualquier caso aprovechamos para resaltar el hecho de que el exceso de colesterol es una consecuencia que se deriva en muchos casos de una dieta inadecuada o una vida sedentaria, por lo que aprovechamos la ocasión para incidir en que ningún tratamiento, naturópata o farmacéutico, será suficiente si no va acompañado de un cambio o una corrección de malos hábitos, ya que lo importante en todo tratamiento debe ser evitar el problema mediante los cuidados adecuados y los medicamentos o remedios naturales pueden ayudar en el proceso. En este caso, la lecitina ayuda a reducir el nivel de colesterol y evita la acumulación de grasa, pero será mucho más efectivo y práctico acompañar el tratamiento de buenos hábitos (ejercicio moderado y dieta sana) que eviten ese aumento de grasa y colesterol. ]
Por sus propiedades estructurales y su cantidad de vitamina E, la lecitina de soja otorga elasticidad y previene el envejecimiento de la piel, a la vez que evita su deshidratación. También tiene una función estructural en las células del sistema nervioso, por lo que un aporte extra de lecitina de soja favorece a un mejor rendimiento cerebral, ya que mejora la concentración y la memoria.
Se han obtenido muy buenos resultados en el uso de lecitina de soja para la recuperación del hígado, ya que evita que la grasa se acumule en este órgano poniendo así en peligro su funcionamiento, a la vez que se previene la producción de piedras o cálculos biliares. Por otra parte, cuando la grasa es eliminada, arrastra con ella toxinas y residuos metabólicos por lo que se podría decir que “libera de trabajo al hígado”, por eso, en caso de un hígado enfermo, con cirrosis o hepatitis o convaleciente después de un fuerte tratamiento farmacéutico, es recomendable un tratamiento con lecitina de soja.
Se puede consumir lecitina de soja en forma de “escamas”, polvo, granulada o copos.
Como hemos explicado en otros artículos, la manipulación genética se centra sobre todo en los alimentos de mayor consumo, es decir, en el arroz, el trigo o la soja, y en la medida de los posible debemos evitarla ya que en muchos casos, dicha manipulación reduce la cantidad y calidad nutricional y con ello también sus propiedades terapéuticas.
La soja es una legumbre que pertenece a la familia de las Papilonáceas, crece en zonas templadas del planeta y sus cultivos se encuentran muy extendidos en Asia, especialmente en China, Estados Unidos, Argentina, Brasil y Canadá. Llegó a Europa y al continente americano en el S. XVIII.
Es originaria del norte y el centro de China donde alrededor del año 3000 A.C. se le consideró una de las 5 semillas sagradas como el arroz, el trigo, la cebada y el mijo. Los chinos atribuyeron su descubrimiento al emperador Sheng- Nung, al cual también se le atribuía la invención de la agricultura y la medicina.
Los japoneses tras la guerra Chino- Japonesa (1894- 1895) entraron en contacto con esta legumbre y comenzaron a importar tortas de aceite de soja con fines fertilizantes. La idea que se extendió por el país era: “el que tiene soja posee carne, leche y huevo”.
La soja es un alimento muy aclamado en la actualidad por sus altos aportes nutritivos lo que ha derivado en la aparición de distintos productos que la contienen en mayor o menor proporción.
Esta leguminosa tiene un alto contenido de proteínas, 37% aproximadamente, más o menos 2 o 3 veces más que la carne; 23,5% de lípidos, la misma cantidad de hidratos de carbono y un 12% de fibra. Su alto contenido en proteínas la hace recomendable para dietas vegetarianas ya que ayudan a cubrir las necesidades de aminoácidos.
La soja aporta todos los aminoácidos esenciales, vitaminas A, D, E y minerales como potasio, fósforo, calcio, magnesio e hierro. Por si fuera poco, además tiene un alto contenido en ácidos grasos esenciales que no produce el cuerpo humano por si sólo, como el Omega 3 y 6. Otra propiedad llamativa es que contiene tocoferoles que son antioxidantes naturales con funciones similares a las de la vitamina E.
Se han realizado distintos estudios entre la población oriental de los que se deduce que son menos propensos a sufrir cáncer que la población occidental. Una de las razones que se barajan es que en los países orientales se ingiere mucha más cantidad de proteína vegetal que es países occidentales.
Incluir la soja en nuestra alimentación es seguro tanto para niños como para adultos aunque se debe evitar su consumo en aquellas personas que sufran de gota por exceso de ácido úrico debido a su alto contenido en purinas.
El Organismo estadounidense para el Control de Alimentos y Medicamentos (FDA) ha comenzado a permitir a los productores de alimentos que contengan al menos 6,25 mg de proteina de soja por ración incluir el siguiente texto: “25 mg de proteína de soja al día, incluídas en una dieta baja en grasas saturadas y colesterol, pueden disminuir el riesgo de sufrir transtornos cardíacos”.
A parte de la soja en su estado natural sus beneficios se pueden encontrar en diversos derivados, entre ellos destacan la harina de soja, muy rica en proteínas; el aceite, que es una buena fuente de grasas poliinsaturadas; la lecitina, para controlar el colesterol; la bebida de soja que no contiene lactosa ni colesterol y aporta menos calorías al organismo, se usa como sustituto de la leche de vaca en caso de alergia o intolerancia a la lactosa por su alto aporte de calcio.
Una recomendación importante que se debe hacer sobre su consumo es que la mayoría de la soja que se comercializa es soja transgénica (modificada genéticamente), por lo que sería óptimo el consumo de soja ecológica que nos asegure un aporte real de todas sus propiedades.
Teniendo en cuenta que la sal es uno de los elementos más utilizados en nuestra dieta, y también uno de los más difíciles de expulsar, deberíamos prestar atención a la calidad de la sal que consumimos.
También debemos considerar que nuestro organismo solo es capaz de expulsar el 50% (aproximadamente) del cloruro sódico que ingerimos, necesitando más del doble de agua para ello. El cloruro que no es capaz de expulsar nuestro cuerpo es almacenado y cristalizado de nuevo, y dependiendo de nuestra salud o edad puede producir fallos en nuestro organismo como cálculos renales, problemas en las articulaciones, hipertensión, retención de líquidos, cúmulos de adiposidaes, gota, celulitis, etc… Por otro lado la sal es imprescindible para nuestra vida, ya que regula y mantiene el equilibrio de la cantidad de agua en nuestro organismo (equilibrio hídrico), entre otras funciones.
La sal desde un punto de vista energético, es la unión de iones positivos y negativos (cationes y aniones), que guardan equilibrio y forman cristales que disueltos en agua conducen la electricidad. Esta es una de sus propiedades más valiosas, ya que teniendo en cuenta que nuestro cuerpo es en gran parte agua, y es recorrido por energía que lo mantiene equilibrado y funcionando correctamente, la conductividad energética de la sal que ingerimos es muy importante para mantenernos sanos. Entre otras cosas, interviene en la propagación de nuestros impulsos nerviosos, ya que son impulsos eléctricos.
Existen varios tipos de sal, flor de sal, sal gris, sal ahumada, sal marina, gruesa, refinada,etc…
De todos los tipos de sal, la sal de mesa común refinada es la peor para nuestro organismo. Proviene de la sal marina, pero no mantiene su composición química natural, ya que para refinarla la tratan con elementos químicos que varían sus propiedades, y la somenten a una alta temperatura que altera definitivamente su estructura química natural. Los elementos naturales de la sal, han quedado reducidos en este caso a 2 prácticamente: cloro y sodio.
Proviene de yacimientos al pie del Himalaya, donde la sal marina cristalizó hace aproximadamente 250 millones de años, en la era secundaria cuando allí existía un gran océano, y allí ha permanecido fosilizada hasta nuestros días. Es una de las sales más ricas y especiales de las que podemos disfrutar, ya que guarda toda la pureza como ningún otro alimento, es muy rica en minerales y oligoelementos sin ninguna alteración ni proceso de refinamiento posterior, y guarda unas propiedades energéticas excepcionales. Contiene 84 elementos que se encuentran en nuestro organismo, y los mismos que se encontraban en el 'mar primitivo'. Algunos estudios biofísicos hablan de 'Sol Líquido', refiriéndose a la disolución de estas rocas de sal en agua, ya que han determinado que tiene una capacidad extraordinaria para almacenar energía fotónoica (del sol), y que su red cristalina contiene quantos de luz desde hace miles de años.
Algunas de sus características especiales se deben a su antiguedad y pureza (no contiene contaminantes medioambientales ni añadidos químicos), su extracción manual y su proceso de lavado (sin temperaturas altas), a su estructura cristalina perfecta, gracias a la cual esta sal no necesita absorbentes de humedad (como otros tipos de sal común), ya que guarda siempre su 'soltura', y sus elementos minerales que mantienen el equilibrio energético y químico de nuestro organismo.
Contiene oligoelementos que el cuerpo necesita pero no produce, es decir, necesita ingerirlos. La sal del Himalaya es muy rica en calcio, hierro, magnesio y potasio. Su color rosa anaranjado proviene del hierro.
Al utilizar sal de mejor calidad y pureza, no solo evitamos los problemas que derivan normalemente de un alto contenido de cloruro sódico, retención de líquidos, adiposidades, obstrucciones, piedras y cálculos… sino que lo mantenemos hidratado y nutrido gracias a sus oligoelementos, ayudando al equilibrio de minerales en el organismo y favoreciendo el flujo energético y los impulsos eléctricos neuronales. Cuando ingerimos sal refinada de mesa, el cuerpo tiene que hacer un sobreesfuerzo para eliminar su exceso o almacenarlo, cuando ingerimos sal de roca del Himalaya, no estamos consumiendo una alta concentración de 2 elementos, sino un conjunto de 84 elementos en baja concentración y perfecta cristalización, por lo que el organismo los 'administra' (metaboliza) con más facilidad y los aprovecha mejor.
Al restaurar el equilibrio líquido del organismo, ayuda en múltiples problemas del organismo, ya que cuanto mejor es nuestra circulación, mejor funcionan los órganos, más cantidad de oxígeno llega a nuestros músculos y articulaciones, mejor hacemos la digestión, y mejor eliminamos las toxinas.
La sal del Himalaya se puede comprar directamente en rocas, que se suele utilizar para hacer soluciones de agua y sal (salmuera), para beber directamente o cocinar, o incluso para tomar baños de agua con sal, vertiendo un par de rocas en el agua.
Se puede comprar en cristales más pequeños, pero aún así necesitaremos un molinillo (de café o pimentero), si queremos utilizarla para cocinar, ya que se disuelve más lentamente que la sal convencional.