La fitoterapia se basa en el estudio de las propiedades curativas de las plantas y su conocimiento se ha ido extendiendo y evolucionando a lo largo de los siglos hasta nuestros días.
Desde el antiguo Egipto, por ejemplo, nos llega la referencia de una de las primeras enciclopedias de plantas medicinales, el papiro Ebers, que recoge especificaciones de 85 plantas diferentes, entre las que se encuentra por ejemplo la menta o la amapola. Desde entonces, todas las civilizaciones y culturas han estudiado los remedios vegetales como medio de curación del cuerpo, y en muchos casos, del espíritu.
Mediante la utilización terapéutica de plantas podremos prevenir o aliviar una patología leve o moderada, de una forma natural y poco agresiva para nuestro organismo y con menos efectos secundarios. Esto no significa que muchas plantas no tengan poderes y efectos extraordinarios y/o peligrosos, ya que muchas drogas, venenos y productos tóxicos son de origen natural.
La farmacopea (farmacia) y la química estudian todas las propiedades terapeúticas y composiciones químicas de las plantas y los vegetales entre otros elementos, para la preparación de medicamentos. Concentrando y mezclando compuestos y principios activos nos ofrecen un preparado, previamente testado. El principio activo se encuentra en muchos casos en muy alta concentración, y algunas veces puede resultar una solución un poco agresiva para patologías leves. Por otra parte, muchas estudios han revelado que la utilización de medicamentos merma el poder autocurativo natural de nuestro organismo, y entre otras cosas, a la larga nos hace más vulnerables e indefensos.
La fitoterapia, aunque también estudia la toxicidad de muchas plantas y drogas, está planteada como una forma de autocuración, con remedios fáciles de prepara y con una actividad más leve, y menos agresiva, que en muchos casos en más que suficiente para curar dolencias o problemas de salud cotidianos.
El principio activo de una planta es su potencial curativo, la parte química donde residen los ingredientes que la hacen efectiva para una enfermedad o patología en concreto. El principio activo de una planta es lo que se extrae para la elaboración de fármacos o lo que obtenemos en menor concentración en un preparado natural, como infusión, aceite esencial, tintura o jarabe.
La fitoterapia también estudia la mejor manera de extraer el principio activo de cada planta, de tal manera que guarde sus propiedades y no se vean alteradas, así que dependiendo de la planta, del principio activo y su composición química, será recomendada una preparación u otra. Por otro lado, para su extracción se utilizan 3 sustancias básicas, agua, aceite o alcohol.
Todas estos preparados se llaman tisanas, y se clasifican en 4 grupos principales:
Los aceites esenciales puros se obtienen a partir de varios compuestos químicos naturales de plantas medicinales aromáticas, que dan lugar a sustancias muy aromáticas y con su principio activo muy concentrado también. Cada aceite esencial puro se obtiene a partir de una planta, de la que se extrae su composición química, donde residen sus propiedades beneficiosas para nuestra salud y donde se concentra su aroma. Los aceites esenciales suelen nombrarse como la planta de la que proceden, por ejemplo, aceite esencial de rosa, de árbol de té, de lavanda, de limón, de menta....
A pesar de su nombre, no son sustancias aceitosas, sino volátiles, (se evaporan con facilidad), y su composición química es muy inestable, por lo que puede variar por una exposición alta a la luz o al calor. Por todo esto los aceites esenciales suelen guardarse en frascos de cristal oscuro, azul o verde oscuro, muy bien cerrados y guardados en lugares frescos, que no fríos.
Para conservar todas las propiedades químicas intactas de la esencia de la planta, su extracción debe ser muy delicada. Existen métodos específicos para esencias naturales, como la destilación por vapor o la presión en frío.
La esencia se extrae tanto de las flores o frutos, como de semillas, cortezas o raíces. Como hemos dicho, no son sustancias oleosas, por lo que para utilizarlas por ejemplo para masaje, es necesario mezclar las esencias con algún aceite 'base', como el aceite de coco, o con alcohol, por ejemplo para realizar friegas de alcohol de romero.
Al ser sustancias muy concentradas, se administran cantidades que se cuentan por gotas, y en la mayoría de los casos, tratándose de aceites puros, con una o dos gotas mezcladas con aceite base podemos masajear todo nuestro cuerpo.
Por su propiedad volátil, la esencia se evapora rápidamente y esto hace que inhalemos sus moléculas, y así los principios activos de los aceites esenciales llegan a nuestro organismo de un modo rápido y efectivo, no solo por el contacto con nuestra piel, sino también por nuestras vías respiratorias. Los aceites puros de esencia se utilizan para realizar perfumes, para aromatizar café, infusiones o licores o para cosmética o medicina natural por sus principios activos.
La Aromaterapia es una terapia alternativa o complementaria, que está basada en estos aceites esenciales.
Esta terapia estudia el efecto beneficioso de las esencias concentradas de las plantas para nuestra salud, y en muchos casos, en manos de buenos profesionales y buenos aceites, resulta una terapia curativa muy efectiva.
La calidad del aceite esencial es muy importante, ya que debe ser puro y natural para que sea realmente efectivo. Existen aceites perfumados con esencias o aromas artificiales, que aunque tengan un fuerte olor, no contendrán su principio activo ni sus propiedades terapéuticas. Por esto existen aceites esenciales que cuestan 10 veces más que otros, pero son los realmente efectivos, y debido a su concentración con una gota o dos tendremos suficiente para una terapia.
También debemos destacar los aceites esenciales de cultivo ecológico, que aseguran aún más sus beneficios naturales. Todas las esencias tienen un olor muy intenso y penetrante, pero algunas esencias además son muy estimulantes y pueden crearnos sensación de frío o calor por ejemplo. Otras, por su composición química, son muy utilizadas en terapias medicinales, ya que son bronco dilatadoras, vasodilatadoras o digestivas, etc...
Algunos aceites tienen un aroma tan penetrante e intenso que puede durar incluso una semana, otros, los más comunes, pueden hacer perdurar su esencia durante aproximadamente 1 o 2 días.
Desde el momento de nuestro nacimiento tenemos la capacidad de apreciar y distinguir millones de olores diferentes, gracias a nuestro cerebro y nuestros receptores olfativos, entonces, ¿por qué no utilizar esa capacidad para aliviarnos pequeñas dolencias o producir en nosotros estímulos necesarios?
A lo largo de la historia, desde las antiguas culturas africanas hasta nuestros días, el eucalipto (Eucalyptus globulus Labill) ha sido utilizado como remedio natural y muy efectivo en caso de catarros, infecciones del aparato respiratorio y fiebres, incluso se utilizó como remedio contra la malaria.
El eucalipto es un árbol muy resistente. No necesita a penas agua, puede aguantar periodos de sequía total de hasta 7 meses y puede resistir incluso un incendio, quizá por esto, su madera es muy apreciada por todo el mundo.
Sus hojas tienen un gran poder broncodilatador, antiséptico antiinflamatorio, y por eso se toma infusión de eucalipto tradicionalmente para combatir catarros, dolores de garganta (infección o inflamación por irritación) y bronquitis. Sobre su aplicación para el asma existen informes de expertos que afirman que el eucaliptol del eucalipto reduce el moco en casos asmáticos y otros informes alertan de que no es seguro durante la crisis asmáticas ya que se han recogido casos de empeoramiento. En cualquier caso está demostrado que el eucaliptol tiene propiedades 'mucolíticas', es decir, que ayudan a disolver las secreciones mucosas pulmonares para ser expulsadas con mayor facilidad, por lo que a excepción del asma por la duda sembrada, se recomienda su utilización de forma segura para afecciones catarrales y que cursan con dificultad respiratoria.
Si se utiliza en forma de vahos, tiene el poder de abrir los bronquios y despejar la nariz (pos su efecto antiinflamatorio) en casos de rinitis, sinusitis o cualquier inflamación de las vías respiratorias, aunque nuestra recomendación es utilizarlo directamente en forma de aceite esencial sobre la piel, masajeando para que el principio activo penetre bien por las vías respiratorias y torrente sanguíneo.
También es muy frecuente su uso en forma de ungüento para ser aplicado directamente sobre el pecho o espalda, y además de descongestionar las vías respiratorias en casos de asma, tos, catarro, bronquitis, etc... alivia los dolores producidos por el reúma, la atritis o cualquier lesión articular.