4 de December de 2024 Última actualización 8 de Dec, 2022 - 07:54

La Ortiga

La ortiga es una planta conocida por ser una “mala hierba que pica”, pero una vez más se demuestra que no existe la mala hierba sino la hierba en mal lugar, como dice la canción, ya que la ortiga tiene unas extraordinarias propiedades medicinales.

Antes de nada debemos indicar que en el caso de la ortiga es especialmente recomendable consumirla de cultivo ecológico, porque la ortiga silvestre suele crecer en zonas sucias junto a carreteras o caminos o zonas húmedas donde se acumula basura o restos de ganadería, lo que hace que la ortiga silvestre contenga nitratos que resultan perjudiciales para nuestra salud.

La ortiga (urtica diorica) es una planta urticaria muy rica en vitamina B (ácido fólico), lecitina, serotonina, sales minerales y clorofila. Los pelos de sus hojas contienen histamina y ácido fórmico, por lo que hace que en contacto con la piel nos produzca irritación y picor.

La ortiga es diurética y depurativa porque protege y potencia la función del hígado y estimula la secreción biliar y pancreática. Se recomienda para eliminar líquidos retenidos, como tratamiento de enfermedades genito-urinarias (infección de orina, hipertrofia prostática...), combatir la gota, o combatir la diabetes.
Tiene la capacidad de ayudar al organismo a eliminar exceso agua, toxinas y residuos, por lo que resulta eficaz en el tratamiento de las piedras en el riñón o la artrosis (derivada de la diabetes o exceso de ácido úrico).

Tiene un gran contenido en hierro y clorofila, por lo que uno de sus usos más populares es como tratamiento de la anemia. También detiene las hemorragias, sobre todo las uterinas, por eso es también se utiliza cuando se sufren menstruaciones muy copiosas o hemorragias derivadas de la menopausia.

También es muy conocida entre las mujeres lactantes, ya que la ortiga tiene una notable propiedad galactogoga, es decir, estimula la secreción de prolactina que aumenta la producción de leche materna.

La ortiga también se utiliza en la industria cosmética sobre todo para el cuidado del cabello, ya que es ideal para tratar problemas capilares como la caspa o el exceso de sebo que pueden producir la caída del pelo además de picores y otras molestias. Para estos casos, conviene lavar el pelo con infusión de ortiga, a la que se le puede añadir manzanilla o romero.

La ortiga es muy nutritiva y se puede consumir fresca, cocinada como cualquier otra verdura, pero para el tratamiento de dolencias es recomendable realizar infusiones y tomar al menos 3 vasos al día para apreciar su efectividad.

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El ácido úrico si no es eliminado correctamente o se produce en exceso, se acumula en las articulaciones produciendo artritis o gota y en consecuencia llegando a producir fallos renales o hepáticos.

Aunque el hombre es un animal omnívoro y lleva consumiendo carne desde el principio de sus días, hoy por hoy este hábito que para muchos ha llegado a convertir la carne en el principal ingrediente en su dieta pero la forma en la que se trata la ganadería, tiene muchos inconvenientes importantes y perjudiciales para la salud.

Desde nuestra revista digital pocas veces tomamos posturas radicales y no pretendemos juzgar, por eso, en esta ocasión como en otras, simplemente queremos informar y analizar objetivamente los inconvenientes de una ingesta elevada de carne desde varios puntos de vista, entre ellos la salud.

¿Qué es la carne?

Cuando hablamos de carne en este artículo nos referimos a lo que entendemos coloquialmente por carne, es decir, músculo y vísceras de animales terrestres y en concreto nos referimos a la más consumida: vaca, cerdo, cordero y pollo. Además en este artículo nos referimos a la carne cuyo origen proviene de granjas industriales (el 90%). El pescado y el marisco, aunque en teoría también son carne, siguen sus propias normas de producción, con otros problemas y ventajas independientes de la ganadería.

Salud y exceso de carne en la dieta

La carne en general (cada una con sus características particulares), es una fuente de hierro y fósforo, y también contiene vitamina B que pierde cuando se cocina. Apenas contienen hidratos de carbono y fibra, y suele contener un gran porcentaje de grasa, al menos un 20%, así como otro 20% de proteínas. La grasa animal está compuesta principalmente por grasas saturadas y colesterol.

Como comentamos, la carne es una fuente principal y casi exclusiva de proteínas y grasa. Un exceso de proteínas en nuestra dieta provoca cambios en la composición de la membrana de las células, y esto da lugar a enfermedades como la gota, la hipertensión, problemas hepáticos, o un aumento del colesterol en la sangre; todos estos problemas tan cotidianos hoy en día, que en muchos casos se evitarían sustituyendo la carne por hortalizas, frutas o legumbres.

¿Ingerimos sufrimiento, hormonas y antibióticos?

Si. Por desgracia, hoy por hoy es un hecho que no da lugar a subjetividades que para abastecer el elevado consumo del carne en el mundo, las ganaderías malviven en granjas en las que los animales se encuentran con altos niveles de estrés y sufrimiento, inmovilizados, drogados y hormonados. Muchas de las sustancias con las que se tratan a los animales de ganadería, son prohibidos y retirados del mercado, después de llevar años empleándose y gracias a la denuncia e investigación de alguna ONG o asociación de consumidores. Pero por desgracia, estas sustancias son sustituidas rápidamente por otras que tardarán otro periodo de años en ser denunciadas, analizadas y retiradas, por supuesto, siempre una vez que los animales y consumidores han sufrido las consecuencias.

Se administran cócteles de hormonas para que crezcan y engorden rápidamente y conseguir ganaderías más rentables, también se les administran antibióticos rutinariamente para evitar que enfermen, y por si esto fuera poco, en muchos casos, su cadena genética es manipulada, una vez más con el fin de conseguir animales más rentables, aunque eso suponga una peor calidad nutricional en su carne o algún riesgo para los consumidores.

El estrés y el sufrimiento en los animales, al igual que en los seres humanos, tiene una respuesta química en el organismo (a nivel hormonal y de neurotransmisores), que se puede comprobar con sencillos análisis de sangre.

Por lo tanto, en la carne que se consume masivamente, se encuentran restos de hormonas tiroideas, masculinas y femeninas, esteroides, toxinas y antibióticos, por no hablar de los 'medicamentos', conservantes y otros químicos utilizados para durante el transporte, almacenamiento y comercio.

El consumo genera demanda, la demanda negocio y el negocio consumo, por lo que es difícil romper esta cadena, en la que todos y cada uno tenemos parte de responsabilidad.

La carne es muy cara

Desde un punto de vista nutricional y práctico, la carne resulta muy cara tanto en su proceso de obtención como para el consumidor, ya que los nutrientes que aporta la carne, básicamente proteínas y grasa, son fáciles de sustituir por otros alimentos infinitamente más baratos, por ejemplo los productos lácteos o los frutos secos. Por ejemplo 1 Kg de nueces alimenta 6 veces más que 1 Kg de carne, y además su obtención es mucho más sencilla y barata.

Mirando las cifras de las FAO (Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), sorprende el hecho de que, al contrario de lo que nos indica la lógica, no tiene que ver el nivel económico de un país con el consumo de carne, es decir, en países en los que la economía doméstica es muy precaria, se consume carne como base de la alimentación; y al contrario, en países con gran calidad de vida y economías muy saneadas el consumo de carne es considerablemente inferior.

El elevado consumo de carne perjudica el medio ambiente y no es sostenible

El consumo de carne a nivel mundial no ha parado de aumentar en los últimos 5 años, siendo China el mayor productor y consumidor de carne el segundo EEUU. Estos países consumen triplican en consumo de carne a Rusia y quintuplican a Australia . Los Países Bajos, Dinamarca o Tailandia se encuentran entre los países que menos carne consumen del mundo.

Se prevee que de seguir así la tendencia de crecimiento mundial y consumo de carne, para el 2020 habrá que aumentar la producción en un 40%.

Las ganaderías son muy caras de mantener como hemos dicho, ya que las granjas suponen un gasto muy elevado tanto de piensos (cereales) como de medicamentos (lo que supone gran riqueza para los laboratorios farmacéuticos), a la vez que generan muchos residuos y contaminación. En muchos casos consumen muchos recursos locales de agua, energía, combustibles y pastos por lo que en muchos casos, como está pasando en muchas zonas en Sudamérica, las empresas ganaderas arrasan literalmente cientos de hectáreas que dejan yermas e inservibles durante al menos otros 20 años, tiempo aproximado que tarda en recuperarse un terreno.

Para alimentar este gran número de ganado, hay que cultivar un gran número de cereales, donde entra en juego la agricultura actual con sus fertilizantes, pesticidas y cientos de compuestos tóxicos que dañan de manera irreparable el medio ambiente. Cuantas más granjas industriales, más habrá que rentabilizar los cultivos, para lo que se utilizará más cantidad pesticidas, fertilizantes y semillas procedentes de manipulación genética.

Para transportar, almacenar y conservar la carne, es necesario un gasto muy fuerte de recursos energéticos, que serían mucho más rentables si se utilizasen por ejemplo en el cultivo de otro tipo de alimentos, por otro lado, más nutritivos.


Resumiendo:

 

  • Salud: el consumo excesivo de carne contribuye a enfermedades graves como la hipertensión, el cáncer de mama, vejiga o colon, diabetes, obesidad, problemas cardiovasculares, gota...
  • Medicamentos: con respecto a este tema podemos decir que la industria que más se beneficia del alto consumo de carne es la industria farmacéutica, ya que vende cantidades masivas de medicamentos con los que tratar el ganado (de manera preventiva y aunque no lo necesiten), también mucha cantidad de productos par la conservación de la carne y a la vez venden cantidades ingentes de medicamentos para bajar la tensión, corregir el exceso de colesterol, y otros tantos problemas de salud relacionados con la mala alimentación que sufre gran parte de la población.
  • Gasto innecesario e insostenible: la producción de carne supone un gasto tremendo tanto de recursos ambientales como de dinero. Con una buena educación alimentaria, y cambiando un poco los hábitos culturales, cada familia podría ahorrar mucho dinero tanto en el tipo de comida, como en medicamentos. Según las Naciones Unidas se podría erradicar el hambre dedicando a la alimentación humana entre el 10 y el 15% del grano destinado al ganado.
  • Maltrato animal: Más allá de la percepción moral y ética de cada uno, los hechos nos dicen que los animales son maltratados, privados de dignidad, y en muchos casos, incluso manipulados genéticamente. Malviven con altos niveles de estrés y sufrimiento y todo esto de un modo impune, habitual y sin apenas responsabilidad; es decir, todo esto se ha convertido en un hecho “aceptado” que ya apenas llama la atención. Aunque de algún modo, la vida y su ciclo natural imparte justicia a su manera y tiende siempre a recuperar el equilibrio a cualquier precio.

De vez en cuando ocurre algún “accidente” tipo “vacas locas”, “gripe aviar” o “fiebre porcina” que nos pone en alerta acerca de los métodos utilizados en la ganadería actual, pero por desgracia pronto se nos olvida y la educación y la cultura nos lleva de nuevo a consumir cantidades ingentes de carne sin preguntarnos nada más y sin reparar en lo que ese hábito supone para el mundo. Reducir el consumo de carne liberaría mucho espacio natural, reduciría exponencialmente el gasto de recursos naturales, nos acercaría a un mundo más sostenible y mejoraría considerablemente nuestra salud y calidad de vida.

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