Efectivamente la luz es necesaria para ver en la oscuridad, pero aún así existiendo luz natural muchas veces encendemos luces allá donde vamos simplemente por costumbre.
Muy a menudo se puede observar como la gente enciende la luz al entrar en su portal, por mera costumbre, o al salir al rellano de su escalera a saludar a una vecina, o en su casa, al entrar en una habitación, al centrar en la cocina... En los restaurantes, al entrar al baño, sea la hora que sea, casi siempre se enciende la luz. Si observamos con cuidado nuestro comportamiento con respecto a la luz, nos daremos cuenta de que la mayoría de las veces no necesitábamos encender esas o esa bombilla.
Más allá del gasto económico personal, debemos pensar en el gasto de energía general. Da igual quién lo pague, si eres tú, si es un hotel, si es un restaurante..., por desgracia, hasta que la política general y la mentalidad no cambie, para generar los recursos eléctricos suficientes para abastecer nuestras necesidades (muchas de ellas son más costumbres que necesidades), se generan problemas medioambientales y humanos y un consumo de recursos excesivo, y por eso es por lo que debemos ser conscientes de lo que hacemos y ser responsables de nuestros gestos, porque cambiando pequeños hábitos, podemos solucionar grandes problemas.