25 de November de 2024 Última actualización 8 de Dec, 2022 - 07:54

Cada vez es más común que los niños sufran todo tipo de trastornos autoinmunes desde sus primeros meses de vida, tanto es así que damos por sentado que nuestros hijos van a sufrir dermatitis, problemas respiratorios, intolerancias alimenticias, diabetes, alergias y otra tanta colección de problemas que nada tienen que ver con la infancia “natural” sino más bien con los hábitos equivocados de nuestra sociedad y sus múltiples contaminantes alimentarios y ambientales.

Sobre todo si estás embaraza, eres madre o estás en el periodo de menopausia, habrás oído cien recomendaciones acerca del calcio que debes ingerir, pero como en todo lo concerniente a nuestro organismo y salud existen muchas medias verdades y muchos mitos que debemos desmontar y muchas evidencias que debemos conocer para entender nuestra salud, por eso hoy explicamos que con respecto al calcio, no todo es ingerir leche.

El Calcio es el mineral más abundante en nuestro organismo.
Junto con el Fósforo, la vitamina D y el Magnesio principalmente, se encarga de formar y mantener los huesos y los dientes, pero además interviene en la transmisión de los impulsos nerviosos, la contracción muscular y la coagulación sanguínea.
Con respecto a nuestra salud, tanto un déficit como un exceso de calcio en nuestro organismo pueden acarrear problemas de salud.

Parece lógico pensar que cuanto más calcio ingiramos, más calcio vamos a tener en nuestro organismo y más fuertes van a crecer nuestros huesos, verdad? Entonces, si tomamos mucha leche de vaca, muy rica en calcio, tendremos asegurada la cantidad de calcio en nuestro cuerpo, no? Pues no. En la naturaleza los procesos no son tan sencillos y existen muchos factores que intervienen en nuestro metabolismo, por eso con respecto al calcio debemos saber qué:

  • Según numerosos estudios, el consumo de lácteos no afecta al fortalecimiento de los huesos o dientes a pesar de su alto contenido en calcio.
  • En países donde más cantidad de lácteos se consume de media por persona, como en Suiza, Finlandia o Estados Unidos, existe un mayor índice de personas que sufren osteoporosis, pérdidas dentales o fracturas de huesos.
  • En países donde menor cantidad de lácteos se consume, como en Ghana (África), algunas regiones de Perú o Japón, apenas se conocen casos de osteoporosis ni problemas dentales.
  • Por más calcio que suministremos al organismo mediante la dieta, no servirá de nada si no se favorece su absorción, y si esto no ocurre, a la larga se producirán cálculos renales o déficit de sodio (el exceso de calcio favorece que se elimine el sodio por la orina).
  • La absorción de calcio en el intestino es complicada, ya que el calcio se combina con otros minerales en el intestino, formando fosfatos por ejemplo (derivados del fósforo) y tiende a eliminarse.
  • El organismo está “diseñado” para adaptarse a la cantidad de calcio de la dieta. En referencia a esto varios estudios han demostrado que en organismos sanos, en periodos de mayor ingesta de calcio como en otros en los que apenas se ingiere calcio, la cantidad de este mineral en el organismo se encuentra dentro de los baremos normales.

Conclusiones: la mayoría del calcio que consumimos se elimina o se acumula en forma de cálculos, por eso es importante por un lado consumir alimentos ricos en calcio pero que a la vez favorezcan su absorción.
Si se da un déficit de calcio en nuestro organismo, con una dieta “normal”, seguramente no sea por un bajo consumo de lácteos, sino por una dieta rica en carne, aditivos, azúcar refinado, exceso de sal o fármacos que dificultan la absorción de calcio, “estropean” la función renal y a la vez acidifican la sangre. Si se dan problemas severos como la osteoporosis, seguramente tengamos una pérdida excesiva de minerales, acompañada de una mala absorción intestinal, ante lo que un aporte extra de calcio no servirá más que para producir cálculos renales.

Factores que afectan a la absorción de calcio:

  • El Magnesio es necesario para la absorción de calcio, pero por otro lado, altas concentraciones de magnesio rompen el equilibrio calcio-potasio-magnesio e impiden la absorción de calcio en el intestino.
  • El Potasio es necesario para la absorción de calcio, pero por otro lado, altas concentraciones de potasio rompen el equilibrio calcio-potasio-magnesio e impiden la absorción de magnesio en el intestino, y por lo tanto la asimilación de calcio.
  • Los Fosfatos de la leche de vaca, así como de muchos alimentos preparados o refinados (los fosfatos se utilizan como aditivos) dificulta la absorción del calcio. Por eso, si alimentamos con leche materna humana a nuestro bebé, a pesar de que esta contiene menos calcio que la leche de vaca, hará que nuestro bebé tenga más calcio para su organismo, ya que lo absorberá mejor.
  • Un entorno intestinal demasiado ácido o un entorno intestinal demasiado alcalino facilitará la eliminación del calcio en la orina. Por eso las ditas muy acidificantes o los antiácidos (prevenir o curar la acidez estomacal) dificultarán la absorción de calcio.
  • Los oxalatos son componentes de muchos alimentos que pueden dificultar la absorción de minerales. Por ejemplo el cacao (chocolate negro sobre todo), las alubias, las bebidas con cola o las espinacas, contienen una buena proporción de oxalatos. Un exceso de oxalatos favorece la aparición de cálculos renales.

Conclusión: si nos fijamos, con respecto a los minerales (igual que con la mayoría de sustancias de nuestro organismo) la clave está en el equilibrio. Los minerales “trabajan en equipo” en proporciones muy concretas, por eso, cuando tomamos un complemento alimenticio a base de un mineral, debemos tener en cuenta que el exceso de un mineral promoverá seguramente la eliminación de otro. Por poner un ejemplo concreto: para que el calcio sea bien absorbido en el intestino, se debe encontrar en una relación de 2 “unidades” de calcio por una de fósforo. Si se rebasa esta cantidad de fósforo, el organismo eliminará la combinación, que se estima que es lo que ocurre con la leche de vaca, mientras que la leche humana contiene estos minerales en la proporción idónea para nuestro organismo.

¿Qué podemos hacer para que nuestro cuerpo mejore la absorción de calcio?

  • No tomar antiácidos.
  • No tomar suplementos minerales (pastillas) de calcio, magnesio, potasio... sin el seguimiento de un buen profesional que sopese las necesidades concretas y las consecuencias adversas.
  • Evitar los alimentos industriales, precocinados, elaborados o refinados ricos en aditivos (chuches, patatas fritas, chocolates, latas, preparados lácteos, cremas, embutidos...).
  • Procurar una buena salud intestinal que favorezca la absorción de minerales.
  • Evitar la ingesta elevada de sal refinada común, azúcar blanco, fritos (grasas saturadas) o bebidas carbonatadas que producirán acidosis, evitando una buena absorción de calcio.
  • Un exceso de proteínas, muy frecuente en dietas principalmente carnívoras, favorecerán la eliminación de calcio en la orina.
  • La fibra es imprescindible para nuestra salud intestinal, pero un exceso de fibra (sobre todo suplementos) puede derivar en una eliminación excesiva de calcio.
  • Un exceso de patatas, tomates y pimientos (solanáceas) en la dieta, puede derivar en una eliminación excesiva de calcio.
  • Tomar alimentos variados ricos en Calcio: Además de los lácteos, que como hemos visto en este y otros artículos además de calcio tienen otras sustancias que generan problemas en nuestro organismo, podemos encontrar calcio en buenas proporciones en el brócoli, perejil, repollo, diente de león, algas, sardinas (pescado azul fresco), almendras, nueces, ortiga, berro, avena, semillas de lino, germen de trigo, lentejas, garbanzos o sésamo. Como sabemos la espinaca es muy rica en calcio, pero como a la vez es muy rica en oxalatos, como hemos explicado, no constituye un buen aporte de calcio para nuestro organismo.

Conclusión: una dieta equilibrada, variada y rica en crudos vegetales, conseguirá que nuestro organismo cuente con la cantidad equilibrada de sales minerales o oligoelementos, sin necesidad de recurrir a tomar 3 vasos de leche al día, ni complementos alimenticios minerales (pastillas), además de de mantener la salud del metabolismo por el aporte de otras tantas sustancias como enzimas, vitaminas, aminoáy antioxidantes.
>> Una cucharada de sésamo o de algas aportará la misma o mayor cantidad de calcio a nuestro organismo que un vaso de leche de vaca.


Elena Cibrián, Naturópata y nutricionista
www.tunaturopataonline.com

El equilibrio del Ph de la sangre es fundamental para la vida, tanto es así que una pequeña variación puede suponer el coma o la muerte, es por eso que nuestro organismo está continuamente luchando por mantener ese equilibrio, así que debemos aprender a ponérselo fácil.

¿Lácteos si o lácteos no?

Desde hace unos años existe una polémica abierta en torno a los lácteos ya que hay especialistas que aseguran que es un alimento muy completo para la salud desde la infancia y animan a su consumo, y por el contrario hay grandes profesionales de la nutrición y la salud que aseguran que los lácteos perjudican la salud y su consumo está íntimamente relacionado con infinidad de enfermedades.

Según los datos de 2012, en España se consumen aproximadamente 98 litros de leche por persona al año, cifra que ha disminuido considerablemente en 1 año, quizá por causa de la crisis, o quizá por causa de esta polémica con miles de defensores y detractores. En cualquier caso, en países como Suiza o Finlandia se consumen muchos más productos lácteos que en España por ejemplo.

La polémica en torno a los lácteos viene causada por datos oficiales que nos rompen los esquemas culturales, ya que van en contra de lo que siempre nos han contado. Pero a la vez nos seguimos encontrando con defensores del consumo de leche y derivados que siguen afirmando que es un alimento muy completo, muy importante en los primeros años de vida y desarrollo de un niño, así como en etapas carenciales de la vida como la menopausia o la vejez.

Vamos a analizar paso a paso los puntos de vista a favor y en contra para poder sacar nuestras propias conclusiones.

¿Qué son los lácteos?

La leche y todos sus derivados forman parte de lo que denominamos lácteos.
Los derivados de la leche son el queso, la cuajada, el yogur, la mantequilla, la nata y el kefir (además de los batidos, el helado y otros tantos postres a base de leche).
Los lácteos suelen catalogarse como proteínas en la clasificación de alimentos, aunque si el lácteo es muy graso (por ejemplo el queso curado), se clasificará dentro del grupo de las grasas.

La leche de vaca por ejemplo, contiene agua, proteínas, grasas, hidratos de carbono, calcio, fósforo, hierro, vitaminas A, D, B y C, por lo que se considera un alimento muy completo.

Los hidratos de carbono en los lácteos están compuestos por lactosa (el “azúcar” de la leche).
La proteína principal de los lácteos es la caseína.

La leche es un alimento materno, como ocurre con los humanos, es decir, es un alimento destinado a las crías, ya sean vacas, ovejas o cabras y solo por un breve espacio de tiempo, ya que después de los primeros años de vida, una vaca por ejemplo, no vuelve a tomar leche en su vida.

Datos a favor del consumo de lácteos

Las voces a favor del consumo de lácteos se basan en su riqueza alimentaria, ya que es un alimento bastante completo desde un punto nutricional. Contiene proteínas, que son muy importantes para nuestro desarrollo, pero lo más importante es que contiene una buena cantidad de calcio, vital para el crecimiento y el fortalecimiento de nuestra estructura ósea durante toda nuestra vida.

También contiene lactosa (hidrato de carbono), que es vital para que nuestros huesos absorban el calcio.

Por otro lado, los avances industriales de hoy en día nos aseguran productos lácteos de alta calidad, eliminando prácticamente cualquier resto de bacterias gracias a la pasteurización y además ofreciéndonos elegir entre leches y derivados más o menos grasos, ya que contamos por ejemplo con leche desnatada, a la que se le retira la grasa con la que se elaborará la mantequilla posteriormente. Cabe destacar que la leche a la que se le retira la grasa, es leche que habrá perdido las vitaminas A y D, ya que se encuentran precisamente en la grasa.

El producto estrella de los defensores de los lácteos suele ser el yogur, ya que que conserva todas las propiedades intactas de la leche, y algunas vitaminas más que se producen durante su fermentación, además ayuda a mantener la flora intestinal de nuestro organismo.

El ácido láctico que se produce durante la fermentación de los lácteos es una sustancia con un gran valor nutricional, ya que es importante para mantener los niveles óptimos de nuestro pH (aumentando la acidez), proporcionando equilibrio y protección. Evita la proliferación de algunas bacterias y virus e interviene favorablemente en procesos metabólicos para la obtención de energía, por lo que por ejemplo es muy importante en el caso de deportistas.

También podemos destacar que la leche caliente tiene un efecto relajante que nos produce bienestar desde un punto de vista psicológico y nos induce al sueño, por lo que sus defensores recomiendan, como nuestras madres en nuestra niñez, tomar un vasito de leche caliente antes de dormir para proporcionarnos un mejor descanso.

Datos en contra del consumo de lácteos

Las voces en contra del consumo de lácteos suelen basar sus argumentaciones en la experiencia y la observación, ya que no existen estudios oficiales concluyentes.

  • La controversia del calcio
    Con respecto al tema del calcio, algunos estudios, como el publicado por el American Journal of Public Health, han determinado que el consumo de lácteos no afecta positivamente al fortalecimiento de los huesos a pesar de su alto contenido en calcio, pero sin encontrar una base científica que lo justifique. Es decir, la teoría nos dice que consumiendo más calcio nuestros huesos estarán más fuertes, pero la práctica nos dice lo contrario.

    Esta misma conclusión es avalada por el Nurses 'Health Study' (el mayor estudio realizado a nivel mundial), que afirma que el consumo de leche en edad adulta no previene las fracturas ni la aparición de osteoporosis, a pesar de lo que se esperaba.

    Algunos expertos dan respuesta a esta controversia basándose en el hecho de que la acidez se equilibra con alcalinidad, por lo que nuestro organismo recurre a sus reservas alcalinas, entre las que se encuentran minerales como el calcio, para combatir la acidez del pH que producen los lácteos, así se explicaría que a un mayor consumo de lácteos, un mayor desgaste de calcio y otros tantos minerales alcalinos.

  • Lácteos en niños, intolerancias y alergias
    A pesar de que es un alimento muy completo, la lactosa de la leche es una sustancia difícil de digerir, ya que necesita una enzima determinada (lactasa) que no todos los organismos generan. Sin esa enzima (lactasa), nuestro organismo no podrá digerir los lácteos, lo que se conoce como “intolerancia a la lactosa”, produciéndose cólicos, gases, diarreas, estreñimiento y otros tantos trastornos digestivos.
    Durante la infancia nuestro sistema digestivo no es tan fuerte y completo como en la madurez y es más probable sufrir este tipo de intolerancias o problemas digestivos.

    Sobra decir, que como es obvio, lo óptimo durante los primeros meses de vida de un bebé es consumir su leche materna, no leche de vaca (a no ser que seas un ternero).

    Por otro lado, se considera que la caseína (proteína de la leche) no hidrolizada suele producir alteraciones intestinales diversas y contribuye a la fatiga crónica porque impide la absorción de otros nutrientes a través del intestino.

  • Obtención de lácteos
    Un punto muy importante para los detractores del consumo de lácteos, es la forma en la que se obtiene la leche, ya que una vaca de forma natural produce cerca de 100 litros de leche al año, pero actualmente una vaca produce 5000 litros de leche al año gracias a las supuestas mejoras en la ganadería y la industrialización. Para ello se utilizan todo tipo de químicos y hormonas que aumentan la producción, a la vez que condenan a la vaca a vivir “enchufada” a una máquina, sin movilidad ni sociabilidad y sometida a enfermedades mamarias como la mastitis. La mastitis en las vacas está producida por la sobreexplotación a la que están sometidas; produce inflamación e infección en las mamas, por lo que son tratadas con diferentes combinaciones de antibióticos que pasan a su carne y a su leche.

  • Hormonas y otros “extras” de la leche
    Como en otros tantos alimentos, el problema no está en el alimento natural en si, sino en su obtención e industrialización. Como veíamos en el punto anterior, las vacas son tratadas con todo tipo medicamentos preventivos y otros tantos curativos, además de las hormonas que favorecen su producción de leche. Esas hormonas y otros tantos restos químicos, como los antibióticos, pasan a la leche (y a la carne). Aunque posteriormente la leche es tratada y acondicionada para nuestro consumo, no es posible la eliminación total de los restos sin variar su calidad nutricional, por lo que muchos detractores afirman que algunas de estos restos hormonales tienen una estrecha relación con el cáncer de mama en humanos por ejemplo.
    Por otro lado, muchos lácteos también son “aderezados” con otras tantas sustancias extrañas a su naturaleza, como colorantes, conservantes, saborizantes, etc... esto ocurre sobre todo en los batidos supuestamente lácteos, los yogures, quesos de untar, etc...

  • La acidez de los lácteos
    Como afirman los defensores del consumo de lácteos, estos ayudan a conservar un entorno ácido en nuestro tubo digestivo, lo que es beneficioso para muchas tareas fisiológicas; el problema es que nuestro organismo suele tener un exceso de ácido, al menos en los países “desarrollados”. Si examinásemos el pH de los habitantes de un país norteamericano por ejemplo, seguramente nos encontraríamos con un 90% de habitantes con acidez en la sangre. La acidez del pH es causada principalmente por una dieta equivocada, pobre en frutas y verduras frescas y por la sobrealimentación, el exceso de sal y azúcar refinado, las bebidas gaseosas, el alcohol, el tabaco, el consumo de café, precocinados, etc...
    Por lo tanto, teniendo en cuenta que nuestra mala alimentación nos lleva a un exceso de acidez en nuestro organismo, lo que menos necesitamos es añadir más ácidos, como los lácteos, sino todo lo contrario, productos alcalinos que contrarresten la acidez (como las frutas y verduras frescas).

  • Los lácteos y la mucosidad
    También encontramos muchos profesionales de la nutrición y la salud que aseguran que los productos lácteos producen un exceso de mucosidad en el tubo digestivo y en las vías respiratorias.
    Aunque no se han encontrado evidencias científicas de este dato, lo cierto es que podemos encontrar cientos de expertos que avalan esta teoría basándose en la experiencia, ya que desde un punto de vista objetivo, dejar de consumir lácteos reduce la mucosidad, tanto en niños como en adultos.
    Algunas teorías aseguran que precisamente el aumento de acidez que producen los lácteos, tiene como consecuencia una producción mayor de moco por parte de nuestro organismo para proteger nuestras paredes intestinales. Esa mucosidad por un lado protege nuestro tubo digestivo, pero por otro lado hace de barrera para la absorción de nutrientes.
    Esa mucosidad además afecta al rendimiento hepático que interviene en muchos y dispares procesos fisiológicos, por lo que se encuentra relación entre el exceso de mucosidad y la producción de cálculos, trastornos digestivos, trastornos en el metabolismo de grasas y azúcares.

    Cabe recordar que el sistema digestivo y el respiratorio están relacionados, ya que comparten la boca y la faringe, que comunica las fosas nasales y los oídos. Por eso, muchos procesos catarrales, que cursan con infección de las vías respiratorias u oídos pueden verse agravados por el consumo de lácteos.

Más datos:

  • Olga Cuevas, bioquímica, especializada en nutrición y salud y directora de la Institución de Formación Profesional Sanitaria Roger de Llúria de Barcelona, asegura que los lácteos “tienen un alto contenido en antígenos que agotan el sistema inmunitario, haciéndolo más vulnerable a las infecciones y a enfermedades directamente relacionadas con nuestro sistema inmunológico”. Por lo que aconseja que las personas con problemas de salud “deberían disminuir la ingesta de lácteos, y suprimirlos totalmente si se padecen alergias cutáneas o respiratorias”.

  • La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de que “un consumo excesivo y demasiado precoz de lácteos de vaca no modificados supone una carga excesiva para el riñón y puede aumentar el riesgo de anemia por el bajo contenido de hierro de la leche y porque causa pérdidas intestinales de sangre”.

  • La American Academy of Pediatrics recomienda que los niños menores de un año no tomen leche de vaca.

  • La Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición pediátrica confirma que la leche de vaca sin modificar no debería constituir la bebida principal en bebés menores de 12 meses.

  • David Roman, de la Unión Vegetariana Internacional explica que “El ser humano no necesita productos de origen animal para sobrevivir, no necesitamos explotar a ningún animal y por tanto hacerlo es un capricho injustificado. “ […] “los lácteos ('carne líquida') están relacionados con una larga lista de problemas que van desde las alergias o el asma hasta ciertos tipos de cáncer pasando por las enfermedades cardiovasculares, la diabetes o la osteoporosis.”

  • El Journal of the American College of Nutrition, publicó una investigación del área de alergología del departamento de Dermatología de la Universidad de Zurich, en donde aseguran que no saben por qué puede aumentar la mucosidad al beber leche de forma habitual, aunque los resultados de sus estudios así lo demuestran.

Conclusiones:

Aunque cada uno debemos recurrir a nuestras propias conclusiones y decisiones, a la hora de consumir lácteos siempre es mejor confiar en productos ecológicos, que nos asegurarán una mejor calidad, desde un punto de vista nutricional, ecológico y ético.

Desde nuestra revista digital os invitamos a explorar vuestro organismo y observar sus reacciones, en el caso del consumo de lácteos y en todos los demás casos, ya que es la fuente más fiable de información con la que contamos. Nuestro cuerpo nos dará una respuesta certera a la hora de determinar si debemos o no consumir lácteos, y en qué medida hacerlo.

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