Este alimento macrobiótico se ha popularizado en los últimos años debido a que multitud de terapeutas lo recomiendan por sus propiedades alcalinizantes y estimulantes.
Es una ciruela asiática con un sabor fuerte, salado y ácido -cítrico- que se consume después de una larga fermentación de aproximadamente dos años. Es un ingrediente tradicional en la cocina china y japonesa, donde se utiliza también con remedio casero contra resfriados y gripe.
La medicina tradicional china lo considera un alimento muy Yang, por lo que neutraliza el exceso de Yin, es decir, ayuda a neutralizar la acidosis del pH, el exceso de azúcar, de alcohol, toxicidad medicamentosa, el frío, la debilidad, la inactividad, etc...
Su principal efecto terapéutico es prevenir y aliviar la fatiga, ya que una de las causas de la fatiga es la acumulación de ácidos láctico y pirúvico principalmente (residuos metabólicos orgánicos que se acumulan con un una alimentación muy rica en sal, harinas refinadas, carne, azúcar...), sumado a la insuficiencia de oxígeno (contaminación, estrés, tabaquismo, mala circulación sanguínea, etc.). Recordemos que nuestro cuerpo lucha cada segundo por combatir la acidosis del pH de la sangre, ya que cualquier variación tendría consecuencias graves para nuestra salud.
La Umeboshi se considera uno de los alimentos más alcalinos ya que tiene la capacidad de neutralizar dicha acidificación del pH gracias a su contenido en ácido cítrico, que favorece la absorción intestinal de minerales alcalinizantes como el magnesio, y su alto contenido en minerales alcalinos como el calcio, el hierro, el potasio, el magnesio, etc.
También tiene una buena actividad antiséptica ya que con muy poca concentración de Umeboshi, según la experiencia de la macrobiótica y la Medicina Tradicional China, se consigue destruir estafilococos y otras bacterias como la de la tuberculosis, por lo que se utiliza tradicionalmente en japón como antibiótico natural.
Por su contenido ácido, estimula los movimientos peristálticos del intestino, la actividad hepática y biliar y el metabolismo de las proteínas que requieren un entorno ácido para su digestión. Debemos recalcar en este punto, que aunque la Umeboshi sea un compuesto ácido, produce un efecto alcalinizante en la sangre como explicábamos en el punto anterior. Aunque esto parezca una paradoja, debemos pensar que nada tiene que ver el pH de los jugos gástricos, que deben ser ácidos para su buen funcionamiento, con el pH de la sangre, que deberá ser ligeramente alcalino. Los alimentos ácidos, como el limón o la Umeboshi, suelen favorecer enormemente la alcalinización de la sangre por su alto contenido en sales minerales (contrarrestan la acidosis) entre otros factores.
En caso de gastritis, úlceras o hipertensión deben consumirse con precaución, y en cualquier caso debemos ser conscientes de que la Umeboshi supone una ayuda que puede resultar altamente eficaz si se acompaña de buena nutrición, suplementación y hábitos saludables, pero desde luego no debemos pensar que el Umeboshi podrá combatir los tremendos efectos que produce en nuestro organismo una mala alimentación o la toxicidad del alcoholismo o el tabaquismo.
El efecto del Umeboshi aumenta si se combina con Shiso (una planta parecida a la menta, perilla frutescens su nombre botánico) y/o Kuzu.
El gomasio es un preparado de origen asiático muy nutritivo y sabroso, mucho más recomendable que la sal de mesa refinada común, ya que no solo aporta más nutrientes, sino que da menos sed y alcaliniza. Pero vayamos por partes...
El gomasio es un complemento con una gran tradición en Japón, donde lo elaboran artesanalmente moliendo sésamo y sal marina, tostados a fuego lento previamente, con un mortero estriado de cerámica 'suribachi', en una proporción de 12:1 (12 partes de sésamo + 1 parte de sal).
El sésamo o ajonjolí que se utiliza para preparar el gomasio, es muy rico en ácidos grasos oleico (omega-9) y linoleico (omega-6), vitaminas del grupo B y E (antioxidante) y minerales entre los que destaca el Calcio.
El gomasio es muy recomendado como aporte complementario de Calcio, Yodo, Fósforo, Sodio y Potasio. El aporte de calcio del sésamo es mayor al de la leche de vaca, con todas las ventajas de ser un producto vegetal. Es uno de los alimentos más ricos en Calcio de la naturaleza.
También tenemos que destacar su aporte protéico, ya que es muy rico en aminoácidos, que recordemos que es lo que necesita nuestro organismo para 'fabricar' nuestras proteínas.
Una de los beneficios más destacables del gomasio, a parte de su riqueza nutricional, es que es un alimento altamente alcalinizante, es decir, combate y contrarresta la acidez del pH de la sangre causante de desequilibrios y enfermedades.
Es muy antioxidante, lo que significa que retarda el envejecimiento celular que provoca el deterioro del organismo.
Desde un punto de vista energético y macrobiótico, el gomasio es un alimento fundamental y básico en nuestra dieta, ya que equilibra nuestro Yin y Yang, mejorando nuestra inmunidad natural y previniendo desequilibrios y alteraciones en nuestras funciones metabólicas.
Lo puedes encontrar ya preparado, molido y tostado, para añadirlo a todos los platos que desees (en crudo), por ejemplo arroces, ensaladas, pastas… Con una cucharadita será más que suficiente y enriquecerá tus platos de forma extraordinaria.
Su sencillez hace que sea un alimento muy fácil de digerir y de 'aprovechar' desde el punto de vista nutritivo, y además es muy barato!
El equilibrio del Ph de la sangre es fundamental para la vida, tanto es así que una pequeña variación puede suponer el coma o la muerte, es por eso que nuestro organismo está continuamente luchando por mantener ese equilibrio, así que debemos aprender a ponérselo fácil.
Quizá hayas oído hablar de la dieta disociada entre la avalancha de dietas de adelgazamiento con más o menos 'fama', pero lo cierto es que la dieta disociada no es una dieta como las demás, sino que se trata de una forma de vida en la que aprendemos a alimentarnos correctamente, a combinar los alimentos y a tomar conciencia de lo que ingerimos y cómo lo ingerimos, todo ello para conseguir un organismo sano, limpio y depurado, con buen equilibrio energético y un peso y volumen saludables.
Es muy importante en nuestra vida tomar conciencia de nuestra alimentación y de los tipos de alimentos que ofrecemos a nuestro organismo.
Los nutrientes de los alimentos formarán parte de nuestro cuerpo de una forma literal, es decir, se convertirán en los “ladrillos” que conforman nuestra estructura, y por lo tanto, debemos asegurarnos unos “ladrillos” de buena calidad, fuertes, variados y suficientes.
La alimentación es la clave principal de nuestra salud, tanto es así que la mala alimentación es la principal causa de enfermedad de nuestra sociedad, aunque a veces no queramos verlo o reconocerlo. Si nos alimentamos correctamente estaremos sanos, sino irremediablemente enfermaremos de múltiples formas diferentes y no habrá medicamento que nos cure hasta que no corrijamos el problema de base: la mala alimentación.
Enfermedades relacionadas con la mala alimentación:
Debemos aprender a distinguir a qué grupo pertenece cada alimento, si pertenece al grupo de las proteínas, de los hidratos o de las grasas, así como su contenido en fibra, vitaminas o sales minerales (oligoelementos).
También debemos distinguir la calidad del alimento, ya que existen carbohidratos de “buena calidad” por así decirlo, como el pan integral, el arroz o la pasta, e hidratos de carbono de “mala calidad”, como los bollos o la panadería refinada, llena de azúcares refinados, grasas saturadas y aditivos, y sin fibra natural.
Con las grasas ocurre lo mismo, existen grasas muy saludables, como los aceites vegetales puros (aceite de oliva virgen), las pipas de girasol o calabaza, o los frutos secos, y por otro lado están los alimentos ricos en grasas saturadas (las “malas”), como los helados, los dulces, los snacks, precocinados, los chocolates, embutidos, carnes, quesos curados, etc.
Con respecto a las proteínas, tenemos carnes, pescados, embutidos, mariscos, lácteos, huevos, algas, soja, etc. Las proteínas más saludables y las más fáciles de digerir por nuestro organismo son las proteínas vegetales (soja, espirulina, chlorella) y los alimentos muy ricos en aminoácidos (las proteínas están formadas por aminoácidos), como las legumbres, los cereales integrales, en especial la quinoa, la cebada, el arroz integral, los frutos secos, las semillas, las setas, y en general todas las verduras poco cocinadas o crudas (pimientos, brócoli, remolacha, espinacas...).
El equilibrio es fundamental en todos los aspectos de nuestra vida, y lo mismo ocurre en la alimentación: debemos mantener el equilibrio entre lo que ingerimos y evacuamos y entre lo que ingerimos y consumimos.
Sabemos por ejemplo que un informático, o una persona sedentaria que pasa sentado 8-10 horas al día no deberá ingerir la misma cantidad de alimentos que un entrenador deportivo o un fisioterapeuta.
Por muy bien que elijamos nuestros alimentos y muy bien que los combinemos, si ingerimos más de lo que necesitamos, el exceso de calorías se acumulará en forma de grasa ya que es la forma en que nuestro metabolismo procesa el exceso de energía.
Por otro lado, si no eliminamos correctamente los residuos cada día, y en suficiente cantidad, por muy bien que nos alimentemos estaremos produciendo intoxicación y putrefacción por la acumulación de residuos en nuestro intestino, por eso tan importante es ingerir lo que necesitamos como eliminar lo que sobra.
Uno de los pilares de la dieta disociada está basado en aprender a combinar correctamente los alimentos, ya que nuestro organismo no digiere igual la carne, que un tomate o un trozo de pan.
Ejemplo1: ¿qué pasa si comemos carne con patatas o con pan?
- La carne pertenece al grupo de las proteínas y además tiene un muy alto contenido en grasa.
- Las patatas o el pan pertenecen al grupo de los hidratos de carbono.
Para digerir la carne, nuestro organismo ha de segregar unos jugos gástricos específicos, y entran en juego unas enzimas digestivas específicas que sólo actúan en un entorno específico (en un pH específico). Para digerir correctamente la carne necesitamos de la enzima pepsina, que la segrega nuestro estómago para metabolizar (romper, digerir) las proteínas de la carne. La pepsina sólo actúa en un entorno ácido.
Para digerir las patatas o el pan, necesitamos unos jugos gástricos diferentes a los de la carne, y que actúen unas enzimas diferentes (ptialina, amilasa, maltasa...). Estas enzimas necesitan de un entorno con pH alcalino.
Por lo tanto, si ingerimos carne junto con pan o pasta o patatas, los hidratos de carbono se quedarán sin digerir, porque el entorno ácido que segrega nuestro organismo para digerir la carne, destruye literalmente las enzimas necesarias para metabolizar los carbohidratos.
Ejemplo2: ¿qué pasa si tomamos una macedonia de postre?
La fruta se digiere muy fácilmente, y prácticamente pasa directamente a los intestinos donde es metabolizada. Cuando después de una comida suficiente nos tomamos una macedonia, esta no será digerida correctamente produciendo putrefacción, ya que se verá envuelta en el resto de jugos más o menos ácidos necesarios para digerir la comida y no podrá pasar a los intestinos, teniendo que “esperar su turno digestivo”, produciéndose mientras tanto su fermentación (que a la vez produce gases entre otras cosas).
Tampoco deberemos tomar un dulce de postre (flan, tarta, natillas...), ni un café o infusión con azúcar...
Lo que ocurre cuando los alimentos no son digeridos correctamente por nuestro organismo, por nuestras enzimas y jugos, es que entran en juego nuestras bacterias digestivas, que terminan el trabajo degradando estos alimentos, a la vez que crean fermentación, putrefacción, gases y residuos tóxicos.
Cuando después de una comida nos sentimos bajos de energía, llenos de gases, cólicos o acidez, es porque hemos combinado mal los alimentos, o hemos ingerido alimentos de mala calidad llenos de grasas saturadas, azúcares refinados, aditivos y tóxicos.
Las malas digestiones en mas o menos tiempo producirán:
Nos guste más o menos, es un hecho que la alimentación es responsable principal de nuestra salud, por eso, aunque a veces queramos compensar la mala alimentación con suplementos alimenticios, medicamentos o terapias, nada compensará los perjuicios de una mala alimentación, ya que afectará a todas y cada una de las células de nuestro cuerpo y sus complejas funciones. Debemos tener claro que no existe ninguna planta medicinal, ni medicamento, ni suplemento capaz de arreglar los desastres que producen en nuestro organismo una mala alimentación.
Os animamos a cambiar la forma de alimentaros y a seguir ciertas reglas fáciles, lógicas y sencillas, que poco a poco formarán parte de nuestra vida y nos ayudarán a disfrutar de salud, energía, belleza natural y mejor ánimo.
Hoy por hoy el azúcar es uno de los alimentos más consumidos en todo el mundo y con más presencia en nuestra dieta, y es que prácticamente todo lo que ingerimos contiene azúcar, da igual que hablemos de una lata de guisantes, una lasaña precocinada, tomate en conserva, galletas, o refrescos... por eso es importante que conozcamos el riesgo que corremos con este hábito o adicción que nos satura el organismo y es responsable de muchos problemas de salud en los países “desarrollados”.
Muchos historiadores afirman que el azúcar es el producto que más ha influido en el rumbo de la historia, desde la Polinesia hasta Europa donde por ejemplo durante la Edad Media el azúcar era tan caro como el oro y se levantaron imperios y reinados gracias a los impuestos generados del comercio del azúcar.
La conquista del Nuevo Mundo abrió las puertas al comercio de azúcar y a una larga historia que pasa de la esclavitud, el ron, la extorsión y el monopolio, a los cultivos de remolacha, la invención de la olla a presión para conseguir el azúcar “refinado” (tal y como hoy lo conocemos), y en parte gracias a esto, la abolición de la esclavitud. El azúcar refinado sustituyó al de caña y a la miel, y empezaron nuevos problemas... problemas de salud.
La tortuosa historia del azúcar llega hasta nuestros días, ya que numerosos artículos, de numerosas organizaciones, universidades y clínicas nos advierten de los peligros del consumo de azúcar blanco refinado, así como de sus sustitutos químicos artificiales (edulcorantes).
Algunos de los estudios más destacados que alertan de los problemas de salud que provoca el azúcar provienen de los autores Doctor Robert Boesler (1912), Doctor Frederick Banting, descubridor de la insulina (1929), William Dufty, autor de Sugar Blues, Centro Macrobiotico Maldonado, Doctora Hulda Clark, Kendra Degen Pearsall (Nelson Books, 2006), Bruker, M. O., autor: ¡Azúcar azúcar!, La OMS, Organización Mundial de la Salud, varios artículos sobre los peligros del consumo excesivo del azúcar, las bebidas azucaradas, el azúcar en relación con los infartos de miocardio, el cáncer, la diabetes, la hipertensión...
El azúcar se obtiene de la caña de azúcar y de la remolacha azucarera, y la variedad más consumida es el azúcar blanco refinado, la más perjudicial. Los procesos químicos que sufren la caña o la remolacha, eliminan todos los nutrientes de esos alimentos, es decir, eliminan toda la fibra y las proteínas y dejan solo la sacarosa.
Por eso podemos afirmar que el azúcar es sacarosa, y nada más. No aporta otros nutrientes, ni vitaminas, ni minerales... solo aporta sacarosa. La sacarosa es un disacárido, un carbohidrato que a su vez aporta energía al organismo. Y este es uno de los problemas, el azúcar aporta mucha energía en forma de calorías, que no consumimos habitualmente, y se acumulan en forma de grasa.
Los carbohidratos son necesarios para nuestro organismo, ya que efectivamente necesitamos un aporte calórico y energético diario, pero tanto las proteínas como las grasas también aportan energía, por lo que realmente no necesitamos consumir tanta azúcar como consumimos, es más, podríamos prescindir de este alimento concreto en nuestra dieta.
Es decir, cuando consumimos fruta, miel, cereales, pasta... también obtenemos energía, azúcares, pero acompañados de otros nutrientes por lo que la proporción de sacarosa no es tan pura como en el caso del azúcar, y por lo tanto, su absorción es más lenta por lo que no es tan perjudicial y desde luego aporta mucho más a nuestro organismo.
Estudios, como el de la Doctora Cynthia Kenyon (Universidad de California) han demostrado que el consumo excesivo de azúcar puede acortar la vida de un ser humano un 20%, y es que el azúcar es un carbohidrato de absorción rápida, lo que quiere decir que rápidamente aumenta considerablemente nuestros niveles de insulina en sangre.
La insulina es segregada por el páncreas cuando los niveles de glucosa en sangre son elevados, y gracias a esta labor del páncreas no sufrimos una hiperglucemia, que podría llevarnos al coma, e incluso a la muerte rápidamente.
Por eso una persona diabética necesita aportes de insulina “extra” porque su cuerpo no la segrega naturalmente.
Por lo tanto, cuanto más azúcar ingerimos, más haremos trabajar a nuestro hígado y páncreas, que aumentarán la cantidad de insulina en sangre para metabolizar el azúcar. Cuando sometemos a nuestro cuerpo a continuos aumentos de insulina (debido a nuestra dieta demasiado alta en azúcar), estamos contribuyendo al desgaste celular.
Este aumento rápido de insulina en la sangre suele derivar en problemas de salud tan comunes en occidente y en países desarrollados, es decir, hipertensión, sobrepeso, obesidad, algunos tipos de diabetes, aterosclerosis, enfermedades degenerativas, envejecimiento prematuro, enfermedad de Crohn, hiperactividad en niños, cálculos biliares, disfunciones en el hígado o páncreas, etc...
Como decíamos, cuando nuestro organismo tiene altos niveles de azúcar, nuestro cuerpo segrega insulina para procesar ese azúcar, el problema viene cuando nuestro cuerpo tiene elevados niveles de insulina, ya que para contrarrestar estos niveles de insulina, también necesita azúcar; es decir, cuanta más azúcar consumimos, más azúcar nos pedirá el cuerpo, y de ahí una de las causas de la adicción al azúcar.
Por otro lado muchos estudios califican el azúcar como droga, ya que por un lado genera adicción, y por otro el azúcar aumenta el nivel de sustancias químicas en el cerebro que producen un placer inmediato, al igual que lo hacen muchas drogas ilegales, pero a diferencia de estas, el azúcar se encuentra en casi todo lo que ingerimos (en occidente sobre todo), y lo tenemos al alcance de nuestra mano prácticamente desde que nacemos.
Con todo esto llegamos a la conclusión de que debemos procurar por todos los medios reducir nuestro consumo de azúcar. Los edulcorantes químicos artificiales tampoco suponen una buena alternativa, por lo que desde elherbolario.com os recomendamos que simplemente intentéis reducir la dosis de azúcar en vuestra dieta, y utilicéis sustitutos naturales, como la miel, el azúcar de caña no refinado, la fruta, y sobre todo, la Estevia, una planta que endulza naturalmente, sin elevar nuestros niveles de glucosa en sangre.