La algas ocupan mucho más espacio en nuestra sociedad de lo que solemos ser conscientes, y es que no solo se utilizan como fertilizantes para la agricultura, sino que se han convertido en ingredientes clave para la elaboración de cosméticos de alta gama, golosinas y postres, condimentos de cocina y suplementos clave para muchos tratamientos naturales de salud.
En general, las algas que se utilizan en herbodietética tienen en común que son muy depurativas, aportan gran cantidad de fibra, Hierro y aminoácidos (proteína vegetal), son antioxidantes y muy ricas en sales minerales vitales como el Magnesio, el Potasio y el Calcio.
El fucus es quizá el alga más conocida en España, ya que tiene una gran tradición como remedio popular para adelgazar y para casos de hipotiroidismo.
Es una planta muy rica en yodo que como sabemos es imprescindible para el buen funcionamiento de la tiroides, por eso es beneficiosa en casos de hipotiroidismo causado por carencia de yodo (no por causas autoinmunes). No obstante, en caso de trastornos de tiroides se debe consultar al médico habitual o endocrino antes de consumir fucus ya que se podría alterar peligrosamente la dosis saludable de Yodo en el organismo si se combina con medicamentos para el hipotiroidismo por ejemplo.
También está considerado como un acelerador del metabolismo, dando resultados muy notorios en muchos casos de sobrepeso. Se estima que su consumo aumenta el consumo de calorías y grasa si se acompaña de hábitos saludables. A la vez tiene un efecto saciante y laxante por su alto contenido en fibra y un efecto diurético por su contenido en Potasio.
El fucus contienen “fucoidan” que es un compuesto con propiedades antioxidantes y anti envejecimiento. Mejora la circulación del colágeno y en consecuencia la salud de la piel, el pelo y las articulaciones.
Se puede encontrar desecada, pero si se consume como tratamiento del sobrepeso y para la pérdida de peso, es recomendable tomarla en pastillas con buena concentración.
La espirulina o spirulina es una de las algas más populares hoy en día, aunque curiosamente no es un alga, sino un organismo microscópico que crece agrupado formando colonias que parecen algas. La espirulina contiene una gran cantidad de clorofila, Hierro y aminoácidos esenciales (que forman proteínas) por lo que se considera un superalimento con multitud de propiedades beneficiosas para la salud. Se recomienda para casos de anemia, para dietas depurativas, para dietas vegetarianas por su alto contenido en aminoácidos o para dietas pobres desde un punto de vista nutritivo. Contiene una gran cantidad de Vitamina A (antioxidante) y Vitamina C (protectora del sistema inmune) por lo que se considera un buen aliado para la prevención de enfermedades autoinmunes como el cáncer o degenerativas. También es muy saciante y depurativa por lo que se recomienda en dietas desintoxicantes y adelgazantes.
Actualmente se puede encontrar en polvo para elaborar batidos y añadir a los alimentos y en comprimidos, siendo los comprimidos los preferidos por la mayoría de los consumidores por su sencillez.
La chlorella (“clorela”) es similar a la spirulina, contiene Vitaminas A, D, B, sales minerales y aminoácidos, pero la chlorella está especialmente recomendada para procesos de desintoxicación ya que está reconocida como una de las mejores sustancias naturales que nos ayudan a eliminar residuos tóxicos, incluso los más difíciles de eliminar: los metales pesados y la radiación. Está muy indicado en personas que están tratando alguna adicción, como el tabaquismo. Además, al igual que el resto de algas, es saciante, muy nutritiva y antioxidante.
Actualmente se puede encontrar en polvo para elaborar batidos y añadir a los alimentos y en comprimidos, siendo los comprimidos los preferidos por la mayoría de los consumidores por su sencillez.
Debido a la contaminación ambiental, la manipulación alimentaria y a la intoxicación por fármacos, nuestro organismo cada vez más necesita curas depurativas y protección ante los tóxicos, y en la chlorella encontramos un buen aliado para ese fin entre sus muchas propiedades.
La chlorella es un microalga superviviente en nuestro planeta y está catalogada como una de las formas de vida más primitivas. Desde los años 80 se ha convertido en el foco de muchas miradas científicas ya que es una de las sustancias más prometedoras en el campo de la salud.
Junto con el alga espirulina, la chlorella está considerado un superalimento, porque es un alimento no un medicamento, y contiene propiedades nutricionales y medicinales extraordinarias.
Su composición es principalmente proteica (60% aprox.); constituye una fuente extraordinaria de proteína vegetal y aminoácidos esenciales (que nuestro cuerpo utiliza para sintetizar proteínas propias), por lo que está muy indicada para estados carenciales, anemia, sobreesfuerzo o dietas vegetarianas, ya que es una fuente de proteínas y aminoácidos mucho mayor que la soja o la carne.
Además contiene una gran cantidad de vitaminas entre las que destacan la vitamina A, D, Ácido fólico (B9) y B12 y sales minerales entre los que podemos destacar el Hierro, el Fósforo, el Magnesio y el Potasio.
Cabe destacar su extraordinario contenido en clorofila (la sustancia que absorbe la energía solar para realizar la fotosíntesis en las plantas), que le hace tener un color verde oscuro y un olor como a “hierba fresca”, a la vez que le otorga unas propiedades muy buenas para nuestro organismo. La clorofila, también muy presente en el alga espirulina, tiene una cierta similitud estructural con nuestra hemoglobina, (que otorga el color rojo a nuestra sangre, igual que la clorofila profiere el color verde a las plantas), y nos ayuda a retardar el envejecimiento celular, a prevenir el crecimiento de células cancerígenas o a reducir el nivel de colesterol mejorando la circulación sanguínea, pero sobre todo, nos ayuda a eliminar tóxicos y a depurar el organismo.
Tanto en la India como en la antigua Checoslovaquia durante los 90 se llevaron a cabo diferentes estudios entre los que destaca el llevado a cabo por el Instituto de Biofísica de la Academia Checoslovaca de Ciencias, que determinó que la chlorella tenía efectos positivos en organismos contaminados por radiación. Después de varios estudios posteriores se confirma que la chlorella no solo protege antes la irradiación sino que ayuda a desintoxicar el organismo de la radiación con un notable porcentaje de éxito, de hecho tanto la espirulina como la chlorella se utilizan en el tratamiento de las víctimas de Chernóbil, hoy niños que nacen sufriendo las consecuencias del terrible desastre radiactivo nuclear de 1986.
Hoy en día Japón también se ha convertido en un gran consumidor de polvo de chlorella que utilizan incluso para sazonar sus platos o preparar batidos con fines depurativos y antioxidantes, ya que con ello combaten los síntomas degenerativos del estrés.
Podemos resumir que la chlorella tiene muy buenas propiedades antioxidantes, ya que previene la degeneración celular de los tejidos, nutritivas como tratamiento de anemia, convalecencia o desgaste físico, ya que es un aporte muy rico de aminoácidos, proteínas, vitaminas y sales, pero sobre todo protege el sistema inmunológico y desintoxica el organismo.
Queremos destacar el efecto desintoxicante de esta maravillosa alga porque el resto de sus propiedades pueden encontrarse en otras tantas sustancias vegetales, pero la chlorella es la sustancia que mejor nos hace eliminar los residuos tóxicos, tanto es así, que después de un tratamiento con chlorella si realizamos un análisis de nuestras heces encontraremos gran cantidad de metales pesados y residuos tóxicos.
Como empezábamos este artículo, hoy en día nuestros organismos se encuentran altamente contaminados por los pesticidas y fertilizantes contaminantes utilizados en la agricultura para cultivar nuestros alimentos, también por los carburantes de los coches suspendidos en el aire que respiramos, por el tabaco, por el pescado o marisco de mares contaminados, por las vacunas y otros tantos medicamentos que llenan nuestro cuerpo de residuos muy difíciles de depurar. Nuestro hígado y riñones se encargan de filtrar todas esas sustancias tóxicas pero un exceso de estas agota nuestros órganos haciendo que decaiga su eficacia dañando seriamente nuestra salud lo que se puede manifestar con síntomas de todo tipo.
De todos los agentes tóxicos que nos rodean, los más peligrosos para nuestra salud son los metales pesados como el aluminio, plomo y mercurio, porque pueden causar lesiones graves en nuestro cerebro, sistema nervioso, inmunológico o endocrino. Los metales pesados se quedan almacenados en nuestro organismo que no es capaz de metabolizarlos y eliminarlos. Para ello tenemos que recurrir a sustancias muy depurativas o a un agente quelante (o quelador), como es el caso de la chlorella. Los queladores consiguen “atrapar” el metal para que después sea eliminado fácilmente por la orina y las heces.
Uno de los mejores queladores naturales es la clorofila, por eso las dietas vegetarianas ofrecen al cuerpo una mayor protección ante los tóxicos. El té verde, el mate, la alfalfa, el ajo, la soja (brotes), la manzana, el pimiento, las espinacas y el brócoli son alimento muy ricos en clorofila, aunque podemos afirmar que la chlorella es el mejor complemento desintoxicante, ya que también es el vegetal con más cantidad de clorofila, seguido por el alga espirulina.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), los aditivos son “sustancias no nutritivas añadidas intencionadamente a los alimentos, normalmente en pequeñas cantidades, para mejorar su apariencia, sabor, consistencia o su conservación”. Sabemos que algunos son necesarios para mantener el modelo de consumo actual, pero ¿también son perjudiciales?
La mayoría de los productos que consumimos hoy en día contienen gran cantidad de aditivos, casi todos sintéticos. Indudablemente, muchos de ellos imprescindibles para el producto resultante, pero la cuestión es ¿tienen estos aditivos alguna consecuencia sobre nuestra salud?.
Pues si, parece que muchos de estos aditivos si que tienen malas consecuencias sobre nuestro organismo, algunas consecuencias conocidas, y otras desconocidas. El gran problema no es el aditivo en si, sino la cantidad que ingerimos. Es decir, como prácticamente todos los alimentos del mercado llevan aditivos, al final nuestro organismo se encuentra saturado de estos compuestos artificiales, y ahí es donde pueden venir los problemas. Por lo tanto podemos afirmar que uno de los problemas se encuentra en la dosis, no en el compuesto en si.
Otro de los problemas es que algunos aditivos están en proceso de estudio para evaluar su impacto en nuestro organismo, y aún así ya llevan tiempo utilizándose. Muchos de ellos, está comprobado que no son tóxicos, pero se desconoce cual es la dosis máxima recomendada y si puede tener algún efecto secundario a largo plazo. Es decir, hoy en día se desconoce si estos compuestos pueden tener efectos nocivos en nuestro organismo a largo plazo o por exceder la dosis.
Por otro lado, nos encontramos con que los aditivos no son las únicas sustancias “extrañas” del alimento, sino que el producto también cuenta, la mayoría de las veces, con restos de pesticidas, fertilizantes químicos artificiales o alteraciones en su cadena genética, por lo que la combinación de todos estos compuestos juntos puede dar lugar a reacciones imprevisibles en nuestro organismo. A esto hay que añadir las particularidad de cada organismo, la deficiencia de algún órgano, cantidad de alcohol en sangre, enfermedades o la ingesta de medicamentos.
Por ejemplo, para muchas asociaciones de consumidores y muchos científicos, más del 30% de las enfermedades graves de nuestra sociedad se podrían evitar con una alimentación más sana, mejorando los hábitos alimenticios y la calidad de los mismos, donde entran en juego estas sustancias junto con los pesticidas y fertilizantes.
Las golosinas, helados, bollería industrial y caramelos son los productos que mayor cantidad de aditivos contienen, en particular emulsionantes sintéticos de dudosa inocuidad (en Alemania muchos de ellos están prohibidos). Paradojicamente es un mercado orientado al público infantil y no existe una información clara al respecto. Se administran dosis más elevadas de estas sustancias en los alimentos destinados a los cuerpos infantiles, más pequeños y vulnerables.
Todos los aditivos son calificados por Sanidad como: “inocuo”, “no tóxico”, “tolerable” o “-”.
Casi la mitad de los aditivos utilizados están calificados como “no tóxicos”, y esto significa que no resultan tóxicos, pero tampoco resultan completamente inocuos.
En este grupo entran todos los aditivos dudosos o aún sin evaluar o actualmente en estudio.
Aunque se utilizan muchísimos más, os dejamos alguna muestra de estos compuestos “no tóxicos”:
En realidad, este tipo de sustancias son necesarias para sostener el actual sistema de consumo, ya que se consume demasiada carne, que necesita demasiado grano para su alimentación y por otro lado los alimentos son transportan miles de kilómetros todos los días y a todas horas. Quizá el problema de base es que seguimos un sistema de consumo equivocado, y deberíamos cambiar primero nuestros hábitos alimenticios, para que este tipo de prácticas sean innecesarias con el paso del tiempo.
Para evitar el consumo de este tipo de sustancias:
Gracias a un comentario publicado en un artículo de nuestra revista digital conocimos a Mari Carmen, una paciente de fibromialgia y SQM que nos preguntaba acerca de los aceites esenciales ecológicos y nos puso al tanto de esta enfermedad, Sensibilidad Química Múltiple, y su grave situación actual. Seguimos investigando y dimos con un estupendo blog, Mi estrella de mar, gracias al que conocimos a su editora Maria José Moya (en la foto) que nos ha facilitado toda la información de calidad que necesitábamos para explicaros en qué consiste esta grave enfermedad y la mejor atención.
SQM son las siglas de Sensibilidad Química Múltiple, una enfermedad crónica que sobreviene cuando el cuerpo se satura de los QUÍMICOS SINTÉTICOS COTIDIANOS que lo rodean y como consecuencia genera a partir de entonces una respuesta patológica a nuevas exposiciones -aún mínimas-, que obligan al afectado a aislarse y a cambiar de forma drástica su vida para protegerse de ellos.
Existen indicios, aunque no estadísticas “oficiales” de que sólo en España más de 300.000 personas padecen SQM.
Muchos y variados dado que afecta a MÚLTIPLES SISTEMAS (nervioso central, respiratorio, músculo-esquelético, gastrointestinal, cardíaco, endocrino, dérmico...).
Entre ellos: faringitis - náuseas - dolor - fatiga crónica - vértigos - disnea - ronquera - disfunción cognitiva - fotofobia - fonofobia - petequias - migrañas - desorientación – arritmias...
El objetivo de este testimonio en primera persona realizado por Maria José Moya, y al que nos queremos sumar desde elherbolario.com al menos desde la labor de difusión, es describir de forma rigurosa y objetiva, el deterioro físico y emocional que suponen los continuos síntomas y crisis, para:
María José Moya Villén © 2010 MI ESTRELLA DE MAR
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