Si eres amante de los remedios naturales seguramente conocerás el carbón activo como remedio depurativo casi casi milagroso. Lo cierto es que, más allá de fantasías quemagrasas, el carbón activo es el mejor depurativo natural con el que contamos.
El carbón natural es una sustancia básica (junto con el hidrógeno, el oxígeno y el nitrógeno forma parte de todos los seres vivos y sus derivados) y porosa, lo que le confiere el poder de atrapar cualquier molécula furtiva de su entorno.
Es una sustancia adsorbente (si si, con "d"), lo que quiere decir que sus átomos más externos se encuentran en un estado de desequilibrio de fuerza que los lleva a atrapar moléculas que rodean al carbón, es decir, tiene la capacidad de adherir a sus paredes moléculas que fluyen a su alrededor en un medio gaseoso o líquido.
La activación del carbón es un proceso de oxidación a altas temperaturas (normalmente mediante vapor de agua), con el fin de aumentar su porosidad hasta 15 veces. Por eso el carbón activo es más efectivo que el carbón vegetal natural.
El carbón que mejor se activa es el derivado de maderas no muy duras, como el pino , minerales ligníticos (formados por la compresión y descomposición de vegetales), cáscara del coco o cáscara de la nuez.
El carbón activado es la sustancia purificante con mejor efectividad y mayores aplicaciones en nuestra sociedad:
Es ideal tener unas cápsulas de carbón activo en nuestro botiquín puesto que sus aplicaciones terapéuticas son múltiples en el ámbito de la desintoxicación, la depuración y la eliminación de metales pesados, fármacos, aditivos y microorganismos (como bacterias por ejemplo). El carbón activo atrapa las sustancias que nuestro organismo debería eliminar y facilita su eliminación a través el bolo fecal.
La forma más habitual de consumir carbón activo para usos terapéuticos es en cápsulas o en pastillas, aunque también lo podemos encontrar a granel en forma de gránulos o “polvo”.
Algunas precauciones
No se debe utilizar antes de realizarse una endoscopia porque puede producir hipersensibilidad.
No es eficaz en la intoxicación por cianuro o alcohol.
No debe consumirse en caso de diverticulitis, cirugías digestivas recientes u obstrucción intestinal.
No es recomendable en tratamientos muy largos, su uso terapéutico está orientado a curas depurativas puntuales.
Debido a la contaminación ambiental, la manipulación alimentaria y a la intoxicación por fármacos, nuestro organismo cada vez más necesita curas depurativas y protección ante los tóxicos, y en la chlorella encontramos un buen aliado para ese fin entre sus muchas propiedades.
La chlorella es un microalga superviviente en nuestro planeta y está catalogada como una de las formas de vida más primitivas. Desde los años 80 se ha convertido en el foco de muchas miradas científicas ya que es una de las sustancias más prometedoras en el campo de la salud.
Junto con el alga espirulina, la chlorella está considerado un superalimento, porque es un alimento no un medicamento, y contiene propiedades nutricionales y medicinales extraordinarias.
Su composición es principalmente proteica (60% aprox.); constituye una fuente extraordinaria de proteína vegetal y aminoácidos esenciales (que nuestro cuerpo utiliza para sintetizar proteínas propias), por lo que está muy indicada para estados carenciales, anemia, sobreesfuerzo o dietas vegetarianas, ya que es una fuente de proteínas y aminoácidos mucho mayor que la soja o la carne.
Además contiene una gran cantidad de vitaminas entre las que destacan la vitamina A, D, Ácido fólico (B9) y B12 y sales minerales entre los que podemos destacar el Hierro, el Fósforo, el Magnesio y el Potasio.
Cabe destacar su extraordinario contenido en clorofila (la sustancia que absorbe la energía solar para realizar la fotosíntesis en las plantas), que le hace tener un color verde oscuro y un olor como a “hierba fresca”, a la vez que le otorga unas propiedades muy buenas para nuestro organismo. La clorofila, también muy presente en el alga espirulina, tiene una cierta similitud estructural con nuestra hemoglobina, (que otorga el color rojo a nuestra sangre, igual que la clorofila profiere el color verde a las plantas), y nos ayuda a retardar el envejecimiento celular, a prevenir el crecimiento de células cancerígenas o a reducir el nivel de colesterol mejorando la circulación sanguínea, pero sobre todo, nos ayuda a eliminar tóxicos y a depurar el organismo.
Tanto en la India como en la antigua Checoslovaquia durante los 90 se llevaron a cabo diferentes estudios entre los que destaca el llevado a cabo por el Instituto de Biofísica de la Academia Checoslovaca de Ciencias, que determinó que la chlorella tenía efectos positivos en organismos contaminados por radiación. Después de varios estudios posteriores se confirma que la chlorella no solo protege antes la irradiación sino que ayuda a desintoxicar el organismo de la radiación con un notable porcentaje de éxito, de hecho tanto la espirulina como la chlorella se utilizan en el tratamiento de las víctimas de Chernóbil, hoy niños que nacen sufriendo las consecuencias del terrible desastre radiactivo nuclear de 1986.
Hoy en día Japón también se ha convertido en un gran consumidor de polvo de chlorella que utilizan incluso para sazonar sus platos o preparar batidos con fines depurativos y antioxidantes, ya que con ello combaten los síntomas degenerativos del estrés.
Podemos resumir que la chlorella tiene muy buenas propiedades antioxidantes, ya que previene la degeneración celular de los tejidos, nutritivas como tratamiento de anemia, convalecencia o desgaste físico, ya que es un aporte muy rico de aminoácidos, proteínas, vitaminas y sales, pero sobre todo protege el sistema inmunológico y desintoxica el organismo.
Queremos destacar el efecto desintoxicante de esta maravillosa alga porque el resto de sus propiedades pueden encontrarse en otras tantas sustancias vegetales, pero la chlorella es la sustancia que mejor nos hace eliminar los residuos tóxicos, tanto es así, que después de un tratamiento con chlorella si realizamos un análisis de nuestras heces encontraremos gran cantidad de metales pesados y residuos tóxicos.
Como empezábamos este artículo, hoy en día nuestros organismos se encuentran altamente contaminados por los pesticidas y fertilizantes contaminantes utilizados en la agricultura para cultivar nuestros alimentos, también por los carburantes de los coches suspendidos en el aire que respiramos, por el tabaco, por el pescado o marisco de mares contaminados, por las vacunas y otros tantos medicamentos que llenan nuestro cuerpo de residuos muy difíciles de depurar. Nuestro hígado y riñones se encargan de filtrar todas esas sustancias tóxicas pero un exceso de estas agota nuestros órganos haciendo que decaiga su eficacia dañando seriamente nuestra salud lo que se puede manifestar con síntomas de todo tipo.
De todos los agentes tóxicos que nos rodean, los más peligrosos para nuestra salud son los metales pesados como el aluminio, plomo y mercurio, porque pueden causar lesiones graves en nuestro cerebro, sistema nervioso, inmunológico o endocrino. Los metales pesados se quedan almacenados en nuestro organismo que no es capaz de metabolizarlos y eliminarlos. Para ello tenemos que recurrir a sustancias muy depurativas o a un agente quelante (o quelador), como es el caso de la chlorella. Los queladores consiguen “atrapar” el metal para que después sea eliminado fácilmente por la orina y las heces.
Uno de los mejores queladores naturales es la clorofila, por eso las dietas vegetarianas ofrecen al cuerpo una mayor protección ante los tóxicos. El té verde, el mate, la alfalfa, el ajo, la soja (brotes), la manzana, el pimiento, las espinacas y el brócoli son alimento muy ricos en clorofila, aunque podemos afirmar que la chlorella es el mejor complemento desintoxicante, ya que también es el vegetal con más cantidad de clorofila, seguido por el alga espirulina.
La adicción al tabaco es una de las más difíciles de tratar ya que la receta de los cigarrillos lleva años perfeccionándose para que resulten altamente adictivos, sin importar que a la vez resulten altamente nocivos.
Dejar de fumar es una de las decisiones más importantes que podemos tomar en la vida porque marcará la diferencia en el 50% de los casos entre la vida o la muerte.
A la vez es una decisión difícil de llevar a cabo que requiere de toda nuestra voluntad y determinación.
Para llevar a cabo este cambio de vida con éxito necesitaremos sobre todo fortaleza mental y emocional, voluntad, controlar nuestra ansiedad y depurar nuestro organismo.
Una dieta depurativa adecuada será principalmente vegetal, muy rica en cereales integrales, frutas, verduras y hortalizas. Siempre que sea posible se han de consumir crudos o poco cocinados, ya que sino los vegetales pierden fácilmente sus vitaminas.
Sobre todo se deben consumir alimentos antioxidantes: Zanahoria, Calabaza, Tomate, Cerezas, Brócoli, Frambuesa, Uva, Té, Granada, bayas de Goji, Espirulina (muy rica en clorofila), Mora silvestre, Pimientos, Espinacas, Acerola, Arándano y Acai.
Para controlar el nerviosismo, y dependiendo del grado de ansiedad puedes recurrir a unas infusiones de Valeriana, Lavanda o Hierbaluisa que relajan ligeramente el sistema nervioso, o a una tintura de Pasiflora BIO o a la tintura de plantas relajantes Calmoplan, para un grado de ansiedad un poco mayor.
El aceite puro de Hipérico es ideal para reducir la ansiedad y mejorar el ánimo. Puede ingerirse en pequeñas cantidades (1 cucharadita al día), pero su uso habitual es externo, aplicando friegas en el pecho por ejemplo, junto con 2 ó 3 gotas de lavanda.
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Cuando se trata una adicción como el tabaquismo es muy importante desintoxicar y limpiar nuestro organismo lo antes posible, ya que un cuerpo limpio y alerta (el tabaco anula muchos de nuestros sistemas de alerta y protección), rechazará por naturaleza cualquier agente tóxico nocivo. Por eso si nuestro organismo se recupera bien, nuestra cabeza quizá nos incite a recaer, pero nuestro cuerpo reaccionará mal a la primera calada, lo que nos ayudará a mantenernos lejos del tabaco.
Productos depurativos recomendados:
La ayuda psicológica y las diferentes técnicas de psicoterapia, incluyendo la hipnosis y las terapias de neurofeedback, resultan mucho más eficaces que cualquier fármaco comercial.
Así mismo la acupuntura y terapias que nos ayuden a controlar la respiración y la ansiedad, como el yoga, el chi-kung o el tai-chi pueden ayudarnos a eliminar nuestra adición al tabaco.
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Cabe destacar que la OMS lleva años solicitando que los gobiernos controlen y eviten la venta de tabaco, pero es un negocio tan rentable que se ha convertido en uno de los pilares de las economías de muchos países, a costa de envenenar a sus consumidores en pro de una adicción mayor. Cuanta más adicción más rentabilidad y mejores serán las cifras de ventas de tabaco y medicamentos comerciales farmacéuticos para la adicción y todas las enfermedades que acarrea.
La demagogia de nuestro sistema sanitario es tal que se permite la comercialización del tabaco aún siendo causante de la muerte del 50% de sus consumidores, a pesar de que mata cada año a más de 6 millones de personas y a pesar de ser considerado el tabaquismo como una epidemia mundial causante de infinidad de muertes y además deja un rastro de enfermos crónicos a lo largo de todo el mundo. En cambio, el mismo organismo regulador que permite la venta de tabaco, reconocido como nocivo y altamente adictivo, condena el uso de otras sustancias mucho menos agresivas, por el mero hecho de resultar menos rentables para el propio sistema.
Una vez más los consumidores tenemos el control de terminar con un comercio injusto, insostenible y tan caro que lo pagamos con nuestra salud y nuestra vida. Aunque nos lo pongan muy difícil, está en nuestra mano proteger nuestra salud.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), los aditivos son “sustancias no nutritivas añadidas intencionadamente a los alimentos, normalmente en pequeñas cantidades, para mejorar su apariencia, sabor, consistencia o su conservación”. Sabemos que algunos son necesarios para mantener el modelo de consumo actual, pero ¿también son perjudiciales?
La mayoría de los productos que consumimos hoy en día contienen gran cantidad de aditivos, casi todos sintéticos. Indudablemente, muchos de ellos imprescindibles para el producto resultante, pero la cuestión es ¿tienen estos aditivos alguna consecuencia sobre nuestra salud?.
Pues si, parece que muchos de estos aditivos si que tienen malas consecuencias sobre nuestro organismo, algunas consecuencias conocidas, y otras desconocidas. El gran problema no es el aditivo en si, sino la cantidad que ingerimos. Es decir, como prácticamente todos los alimentos del mercado llevan aditivos, al final nuestro organismo se encuentra saturado de estos compuestos artificiales, y ahí es donde pueden venir los problemas. Por lo tanto podemos afirmar que uno de los problemas se encuentra en la dosis, no en el compuesto en si.
Otro de los problemas es que algunos aditivos están en proceso de estudio para evaluar su impacto en nuestro organismo, y aún así ya llevan tiempo utilizándose. Muchos de ellos, está comprobado que no son tóxicos, pero se desconoce cual es la dosis máxima recomendada y si puede tener algún efecto secundario a largo plazo. Es decir, hoy en día se desconoce si estos compuestos pueden tener efectos nocivos en nuestro organismo a largo plazo o por exceder la dosis.
Por otro lado, nos encontramos con que los aditivos no son las únicas sustancias “extrañas” del alimento, sino que el producto también cuenta, la mayoría de las veces, con restos de pesticidas, fertilizantes químicos artificiales o alteraciones en su cadena genética, por lo que la combinación de todos estos compuestos juntos puede dar lugar a reacciones imprevisibles en nuestro organismo. A esto hay que añadir las particularidad de cada organismo, la deficiencia de algún órgano, cantidad de alcohol en sangre, enfermedades o la ingesta de medicamentos.
Por ejemplo, para muchas asociaciones de consumidores y muchos científicos, más del 30% de las enfermedades graves de nuestra sociedad se podrían evitar con una alimentación más sana, mejorando los hábitos alimenticios y la calidad de los mismos, donde entran en juego estas sustancias junto con los pesticidas y fertilizantes.
Las golosinas, helados, bollería industrial y caramelos son los productos que mayor cantidad de aditivos contienen, en particular emulsionantes sintéticos de dudosa inocuidad (en Alemania muchos de ellos están prohibidos). Paradojicamente es un mercado orientado al público infantil y no existe una información clara al respecto. Se administran dosis más elevadas de estas sustancias en los alimentos destinados a los cuerpos infantiles, más pequeños y vulnerables.
Todos los aditivos son calificados por Sanidad como: “inocuo”, “no tóxico”, “tolerable” o “-”.
Casi la mitad de los aditivos utilizados están calificados como “no tóxicos”, y esto significa que no resultan tóxicos, pero tampoco resultan completamente inocuos.
En este grupo entran todos los aditivos dudosos o aún sin evaluar o actualmente en estudio.
Aunque se utilizan muchísimos más, os dejamos alguna muestra de estos compuestos “no tóxicos”:
En realidad, este tipo de sustancias son necesarias para sostener el actual sistema de consumo, ya que se consume demasiada carne, que necesita demasiado grano para su alimentación y por otro lado los alimentos son transportan miles de kilómetros todos los días y a todas horas. Quizá el problema de base es que seguimos un sistema de consumo equivocado, y deberíamos cambiar primero nuestros hábitos alimenticios, para que este tipo de prácticas sean innecesarias con el paso del tiempo.
Para evitar el consumo de este tipo de sustancias:
Seguro que en algún momento alguien te ha recomendado la “dieta del sirope de arce” para depurarte, aliviar el estreñimiento o adelgazar, verdad? Por si estás pensando iniciar una de estas dietas, vamos a analizar las cualidades del sirope para que juzgues por ti mismo su potencial.
El arce rojo (porque sus hojas se tornan rojas en otoño) o arce de azúcar (por su dulce savia) es un árbol que puede alcanzar los 30 metros de altura, originario de norteamérica, Canadá o zonas frías de Europa. Se cultiva sobre todo en Canadá, donde elaboran un jarabe con su savia y utilizan su madera muy preciada para la fabricación de muebles o instrumentos musicales. Las hojas del arce son las “hojas típicas” que se utilizan para muchas representaciones gráficas, además son el símbolo de Canadá, tanto es así que aparece una hoja de arce en su bandera.
La savia es una mezcla de agua y sales minerales que son absorvidos por la raíz y ascienden repartiendose hasta la última hoja del árbol, donde con la ayuda de la fotosíntesis (agua y dióxido de carbono que producen oxígeno y nutrientes), se convierte en savia elaborada que nutre, sostiene y protege al árbol. Al igual que la sangre es vital para nosotros, la savia lo es para los vegetales. La savia del arce contiene gran cantidad de azúcar, agua, vitaminas (B y A) y sales minerales como magnesio, sodio, potasio o calcio. Por su composición es un excelente edulcorante, y de hecho, se consume en muchas zonas de América, Canadá o Centro Europa como jarabe para realizar postres, tomar con tostadas o para endulzar bebidas. La savia se extre mediante unos tubos que se insertan en los árboles, mediante un corte en su corteza. Después la savia se hierve para que se evapore la mayor cantidad posible de agua y queden concentrados el resto de sus nutrientes, lo que implica que se necesitan aproximandamente 10 litros de savia para producir 1 vaso de jarabe o sirope.
En los últimos años se ha puesto muy de moda para realizar ayunos o semiayunos con fines adelgazantes o depurativos. El sirope de arce de mejor calidad es el de grado C. Los grados del sirope se corresponden con la edad de la savia que se ha usado para su elaboración. Es decir, la savia más joven tiene un color más claro amarillento y contiene menos nutrientes pero es más dulce, la savia de grado C está más “madura” por lo que contiene más nutrientes y a la vez tiene un color marrón más oscuro y un sabor más amargo.
Los ayunos que se realizan con el jarabe de arce se realizan tomando como sustitución de la comida una mezcla a base de agua, sirope de savia de arce, a veces sirope de savia de palma, zumo de limón e infusiones depurativas (a base de vid roja, diente de león o cola de caballo).
La receta del preparado a base de sirope de arce es:
Durante el periodo de ayuno que no debería superar los 7 días, no se debe ingerir ningún otro alimento a excepción de 6 a 10 vasos (dependiendo del tamaño del vaso) de preparado al día y cada 3 horas aproximandamente acompañar la dieta de una infusión depurativa. Al menos una semana antes de el ayuno, y una semana despues es aconsejable realizar una dieta suave, eliminando la carne, el café, el alcohol y tomando mucha verdura, fruta fresca, caldos y cereales. También se suelen realizar semiayunos, muy recomendables para reducir volumen o peso de forma más gradual. Con el mismo preparado que hemos indicado anteriormente (agua, sirope y limón), se pueden sustituir las cenas por ejemplo, durante 15 o 30 días.
Como en tantos otros temas, existen 2 opiniones contrarias en torno a la dieta del sirope de arce, y ambas provienen de nutricionistas y dietistas expertos. Para algunos nutricionistas, que de base están en contra de la realización de ayunos, la dieta del sirope de arce no tiene ninguna base científica, y no otorgan ningún valor nutricional al sirope más allá de su uso como edulcorante como podría ser el azúcar moreno. Sin embargo para otros nutricionistas, a favor de los ayunos para mantener la salud y vitalidad del organismo, el sirope de arce es un excelente recurso ya que durante ese periodo de ayuno, el cuerpo elimina toxinas, se limpia, y reduce considerablemente la acumulación de líquidos y volumen, a la vez que estabiliza los niveles de colesterol; y gracias al sirope de arce, durante esos días no se siente hambre ni debilidad y el cuerpo obtiene los nutrientes necesarios para mantener el tono vital.
En lo que están de acuerdo ambas partes es que en ningún caso deberán realizar ayunos las personas enfermas o que se encuentren tomando un tratamiento farmacológico, embarazadas o diabéticos.
El sirope de arce es otro de los excelentes regalos de la naturaleza para endulzarnos la vida. Tanto niños como mayores pueden disfrutar de su dulzor sin que olvidemos que es un alimento, no un medicamento. Cada organismo es diferente, por lo que el sirope de arce como cualquier otro alimento deberá ser utilizado con responabilidad y escuchando siempre lo que nos dicta nuestro cuerpo.